Viaje relámpago del Papa a Malta


El Papa Benedicto XVI se dirige a los feligreses en Malta, junto al presidente George Abela. FOTO LA HORA: AFP BEN BORG CARDONA

El papa Benedicto XVI llegó este sábado a la muy católica república de Malta, en una visita relámpago sobre la cual planea la sombra de los escándalos pedófilos que salpican a la Iglesia católica desde hace varios meses.


Durante el vuelo que lo llevaba de Roma a La Valeta, el Papa estimó, en alusión a esos escándalos, que «el cuerpo de la Iglesia está herido por nuestros pecados».

Asimismo se refirió al tema de la inmigración, juzgando que asegurar una «vida digna» a los inmigrantes representa «el gran desafí­o de nuestros tiempos».

Presionado por la opinión pública para que reaccione ante la avalancha de revelaciones de abusos y sobre todo a «la omerta» que ha rodeado estos hechos en el seno de la Iglesia, el papa podrí­a reunirse, con la mayor discreción, con un grupo de hombres que fueron ví­ctimas de sacerdotes pedófilos en un orfelinato maltés en los años 1980.

Estos habí­an amenazado con manifestarse durante la visita de Benedicto XVI a La Valeta, pero luego desistieron tras haber recibido la promesa de una entrevista en junio con el principal investigador de la Congregación para la doctrina de la fe, monseñor Charles Scicluna.

También siguen esperanzados en una entrevista, aunque sea breve, con Benedicto XVI, con el fin de que éste les presente sus «excusas».

El portavoz del Vaticano indicó que el Papa, que ha condenado ya varias veces esos actos y se ha reunido con las ví­ctimas en Estados Unidos y en Australia en 2008, está dispuesto a escuchar a otros, «pero no bajo la presión mediática».

Esta visita papal al más pequeño paí­s de la Unión Europea (443.000 habitantes) se ve empañada por otro caso de un presunto cura pedófilo que vive jubilado en Malta, después de haber abusado de un niño de 12 años en Canadá en los años 1980.

Según recientes revelaciones, 45 casos de pedofilia han sido denunciados ante la curia maltesa desde la creación de una comisión especial en 1999, de los cuales 26 han sido juzgados verí­dicos.

Pero en La Valeta, las manifestaciones de hostilidad han sido borradas. Los carteles gigantes de bienvenida al Papa, que habí­an sido manchados con insultos, fueron reemplazados y las calles decoradas con las banderas de Malta (blanco y rojo) y del Vaticano (blanco y dorado).

En mensajes a la radio y la televisión, el presidente maltés George Abdala, pidió a sus conciudadanos acoger al Papa «con entusiasmo y los brazos abiertos».

«Lo recibiremos con alegrí­a y gratitud», dijo por su lado el nuncio apostólico en Malta, monseñor Tommaso Caputo, quien estima que el Papa atraviesa «por momentos de sufrimiento», pero conserva «su serenidad».

Para monseñor Caputo, este viaje «es una peregrinación a las raí­ces de la fe».

De hecho, esta visita, que se lleva a cabo entre dos aniversarios –los 83 años de Benedicto XVI el viernes y los cinco de su pontificado el lunes– está puesta bajo el signo de San Pablo, quien según la tradición naufragó hace 1950 años frente a la isla que luego cristianizó.

El Papa debe aprovechar esta visita para referirse a la suerte de miles de inmigrantes procedentes de ífrica que «encallan» en la isla. Muchos de ellos se encuentran en campamentos de retención, sin poder salir ni trabajar, en espera de que se les defina su situación

Es la tercera vez que la isla de Malta recibe a un Papa. Juan Pablo II estuvo en 1990 y en 2001.

Esta visita papal al más pequeño paí­s de la Unión Europea (443 mil habitantes) se ve empañada por otro caso de un presunto cura pedófilo que vive jubilado en Malta, después de haber abusado de un niño de 12 años en Canadá en los años 1980.