El senador republicano John McCain ganó las primarias de su partido en Arizona (sudoeste), marcando una tendencia en los cinco estados de Estados Unidos donde se celebraron elecciones en la que veteranos políticos se impusieron contra los más novatos.
Miles de votantes acudieron ayer a las urnas en Arizona, Alaska, Florida, Oklahoma y Vermont, para decidir los candidatos demócratas y republicanos que competirán en las elecciones legislativas del 2 de noviembre, en las que se renovará la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, y en las que los republicanos intentan recuperar el control del Congreso.
Algunos de esos estados votaron además el cargo de Gobernador.
McCain (73 años), el rival derrotado por Barack Obama en las presidenciales de 2008, venció con facilidad a su oponente J.D.Hayworth, un animador de radio.
Si gana en noviembre, el ex candidato a la Casa Blanca cumplirá su quinto mandato en el Congreso.
McCain, quien hace unos años era partidario de una reforma migratoria en Estados Unidos, dio un brusco giro recientemente y proclamó su respaldo a la ley antiinmigrantes de Arizona, que criminaliza a los indocumentados.
«Sabemos que esta elección no está terminada. Tenemos más de dos meses y una ardua campaña por delante. Estoy seguro que enfrentaremos un ardiente candidato demócrata», dijo el senador republicano a sus seguidores luego de la victoria. Al mismo tiempo, McCain se manifestó «convencido de que los republicanos ganarán en noviembre» y que van a poder recuperar la mayoría en el Senado y la Cámara de Representantes.
En Florida, la disputa entre los demócratas por la banca del Senado se zanjó con el triunfo del congresista y ex policía Kendrick Meek, que contó con el apoyo del presidente Barack Obama y del ex mandatario Bill Clinton (1993-2001).
Meek le ganó al multimillonario pero neófito en política Jeff Greene, un magnate del sector inmobiliario que invirtió 20 millones de dólares en su campaña y que se presentaba como un renovador que nunca ejerció un cargo público.
Las primarias republicanas de Florida fueron fácilmente ganadas por Marco Rubio, de 39 años, representante de la línea dura del Partido Republicano, del sector conservador conocido como el «Tea Party».
Rubio fue el candidato de esta agrupación luego que el actual gobernador de Florida, Charlie Crist, abandonara el partido, y competirá en noviembre como independiente por la misma banca del Senado.
La clase dirigente tradicional prevaleció en muchas de las contiendas a pesar del desafío que planteaban figuras llegadas de fuera del sistema que apostaron a sacar rédito del descontento con el establishment de Washington.
La sorpresa, sin embargo, la dio Rick Scott, un millonario lobista del sector de la salud que con un fuerte discurso anti-gubernamental venció al candidato oficialista Bill McCollum y se quedó con la candidatura republicana para la gobernación de Florida.
McCollum, actual procurador general estatal, generó una fuerte polémica días atrás al anunciar que impulsaría en este estado un proyecto que criminaliza la inmigración ilegal, aún más duro que el aprobado en Arizona.
Justamente en ese estado fronterizo con México, en las primarias del partido republicano para la candidatura a la gobernación, la actual mandataria Jan Brewer obtuvo una victoria holgada sobre el poco conocido Matthew Jette, desafiando a aquellos que no creían que ganara debido a la crisis fiscal del estado.
Brewer, que obtuvo un apoyo masivo tras haber promulgado recientemente una polémica ley antiinmigrantes, deberá enfrentarse en los comicios de noviembre con el demócrata Terry Goddard.
En el estado de Vermont, el senador Patrick Leahy, elegido por primera vez en 1974, ganó fácilmente las primarias demócratas.
Pero en Alaska, la senadora Lisa Murkowski se perfila como ganadora frente al favorito del «Tea Party» Joe Miller.
Con el 84% de los votos escrutados, Miller –apoyado por la republicana Sarah Palin, la compañera de fórmula de McCain a la presidencia– tenía entre 52-48% de ventaja sobre Murkowski.
Miller dijo que podía ganar porque la población de Alaska esta frustrada con «el completo desmoronamiento del sentido común» en Washington, un sentimiento que según analistas se extendía a todo el país, en medio de negativos indicadores económicos, un persistente desempleo y la impopular guerra en Afganistán.