Verificación y control


Editorial_LH

Realmente es muy difícil que en Guatemala funcionen los instrumentos de verificación y control porque la impunidad tiene muy diversas manifestaciones. La Superintendencia de Bancos, actualmente en boca de medio mundo por la renuncia de su titular, es un ejemplo de actuaciones con distintos raseros y de aplicación muy selectiva de la ley para proteger cuestiones distintas al interés público.

Es evidente que los superintendentes de bancos son funcionarios que están al servicio del sistema financiero del país y que en vez de controlarlo y verificar las operaciones, están para prevenir que surjan críticas o señalamientos que puedan alterar la “estabilidad” del sector.


  La Superintendencia de Bancos en materia de verificación y lavado de dinero, ha dado muy pobres resultados en un país donde hay un tremendo flujo de economía informal y donde la evasión, el contrabando, el crimen organizado y la corrupción obligarían a tener un control muy efectivo del flujo de capitales. Sin embargo, tenemos que saber que hasta para esos funcionan bien las clases sociales y no es lo mismo que un constructor de provincia haga un par de negocios con el Estado porque a él sí que se le puedan seguir procesos por lavado de dinero, mientras que si lo hace una empresa de reconocido prestigio, que hasta tiene el poder de colocar a sus ejecutivos en la misma entraña del poder, no hay asomo siquiera de control, no digamos de verificación.
 
  Generalmente los superintendentes de bancos son exfuncionarios de bancos del sistema y por lo tanto gente que ha hecho su carrera trabajando en el sector financiero. Gente que, al terminar sus funciones públicas, volverá a trabajar en ese mismo sector financiero y ni modo que se van a cerrar las puertas adoptando actitudes que no sean del agrado de los dueños de los bancos. Son burócratas que dependen de un empleo y los únicos empleadores que pueden satisfacer sus necesidades son aquellos a los que ellos mismos tienen que controlar. Eso ha sido una especie de constante y por ello casos como el del Banco de Comercio en el que la Superintendencia nunca actuó preventivamente para proteger a los ahorrantes, sino que dejó a los propietarios engañar burdamente a la clientela hasta que se hizo imposible mantener a flote al banco.
 
  Todos pueden tener carreras y trayectorias intachables, pero todas son en el sector financiero y la Superintendencia un empleo de paso. Tarde o temprano volverán al sector que les ha cobijado y por lo tanto no comprometen su futuro.
 
  Por ello es tan difícil lograr un eficiente control del sector financiero y del lavado de dinero.

MINUTERO
Se requiere un superintendente
que con los bancos sea prudente
aunque puede ser indolente
con los problemas de la gente