Yo no sé si mis valores son un poco fuera de lo normal o tontos, pero hay muchas cosas que las considero vergonzosas, pero no veo que a éstas, la mayoría de las personas les de importancia.
A mí me dio vergí¼enza ver a nuestro Presidente, suplicándole a Castresana que investigue qué es lo que está pasando en Guatemala, cuando para eso tenemos un Ministerio Público, cuyo jefe no tiene autoestima, al haber permitido que se trajera a alguien para que hiciera su trabajo. Falta de autoestima también sería la de los ministros que aceptaron a que la esposa del mandatario los coordine, que dicho en términos reales, quiere decir mandarlos.
Volviendo a la súplica que se le hizo a Castresana, me suena igual que el marido legal de una mujer, le pida al amante que se la controle para que no se descarrile mucho, pues podría dar lugar a las habladurías de la gente.
Anteriormente escribí una opinión la cual transcribo nuevamente:
«Siendo que la situación que se avecina se ve bastante difícil, un estado de excepción es aconsejable, siempre y cuando se controle que las fuerzas de seguridad no abusen; que los nuevos funcionarios de dudosa reputación sean despedidos; que se legitime el gobierno dando marcha atrás a todas las medidas ilegales que ha tomado, incluyendo los cargos que ha dado a sus familiares políticos; que promuevan leyes que eliminen de una vez por todas el latrocinio salarial a que hemos sido sometidos por funcionarios electos y nombrados y lo más importante es que se acuerde el señor Presidente que él y su Vicepresidente son los elegidos y no otras personas, porque se confió en su honestidad para hacer las cosas como se deben de hacer».
A todo lo anterior y si fuera un convenio que se pudiera revocar, habría que incluir la cancelación de la CICIG, pues su interferencia en asuntos internos de Guatemala, le resta legitimidad al Estado.