En estos días de posiciones encontradas, la mía entre ellas. En estos momentos de crítica desmesurada, desrazonada y brotes efervescentes de racismo, clasismo y conmemoraciones -al menos en papel- de líderes marcados por la tortura y la muerte amparados en eslóganes vacíos, porque ni Dios, ni patria, ni libertad. Poder no más, odio desbordado, represión, dolor y muerte.
En estos días en los que muchos dicen sentirse avergonzados de que acciones que buscan justicia condenen por genocidio, aunque ya esa condena judicialmente -moralmente para mí si- no valga. En estos momentos en los que otros manifiestan el mismo sentimiento por la extradición del expresidente Alfonso Portillo, en estos instantes existen razones verdaderamente importantes para sentir vergüenza, sentir dolor, si la empatía -que no siempre percibo-, lo permite.
Hablo de violaciones a los derechos de la infancia. Hablo de desnutrición, para empezar. Y es que miles de niños y niñas en este país malviven con desnutrición y al parecer seguirán así, porque los programas que este Gobierno implementa, al igual que los de los gobiernos anteriores, no funcionan, y no porque estén mal elaborados, simplemente porque el dinero no se ejecuta.
De esta cuenta, según los datos del Minfin, que el diputado Carlos Barreda dio a conocer esta semana, “de Q3 mil 075 millones presupuestados solo han ejecutado Q702 millones, que equivalen al 22.8 por ciento de los recursos, haciendo referencia al Plan Hambre Cero.
De los Q857 millones del programa Ventana de los Mil Días solo se han ejecutado alrededor de 240 millones, que equivalen a un 32 por ciento, mientras que el programa Bono Seguro de Salud tiene un presupuesto asignado de 300 millones, pero no se reportan ejecuciones.
Entre tanto, en el Ministerio de Agricultura se contempla un programa para garantizar el consumo de alimentos a familias vulnerables, pero de los Q96 millones asignados no se han reportado ejecuciones”
Esto si es vergonzoso, aunque seguramente quien tiene la panza llena y los bolsillos o las chequeras jateadas de dinero no piense lo mismo. Total la consigna en este país ha sido siempre, mientras más pobres, menos educados y con menos capacidades -que evidentemente disminuyen con la desnutrición-, más pendejos para babosear y seguir chupándose –y no especifico en qué sentidos- los recursos del Estado, más mano de obra barata y la finca controlada.
Esto, que las escuelas se caigan o no tengan capacidad para que los niños y niñas estudien, que estos pequeños se expongan en las calles trabajando cada día, que los Centros de Salud no tengan medicinas, que las niñas se conviertan en madres y que los niños sean utilizados por el crimen organizado para matar, da vergüenza, da rabia, desesperación.
De esto sintamos mal, cómplices y responsables.