VERGONZOSA METIDA DE PATA


Puedo, sin dificultad, imaginarme a unos universitarios reunidos en un Congreso Latinoamericano en una capital como Santiago o Lima o México y que comentan la visita de nuestro presidente Colom a La Habana para tratar de darle un collar a Fidel.

Dr. Carlos Pérez Avendaño

Ya imagino a los universitarios, los compañeros universitarios chapines a quienes no les queda otra sino esconder la cara. Una vergí¼enza que se agravaba al no poder encontrar razones que en algo justificaran ese humillante gesto de parte de Fidel, gesto con el que humilló no solamente a ílvaro Colom sino a toda Guatemala.

¿Qué es lo que a ílvaro Colom no le permite medir las consecuencias de sus acciones? Estoy seguro que nuestro Presidente debe haber montado en cólera en contra de Fidel por el malcriado, pero muy justificado desprecio de que habí­a sido ví­ctima.

También me imagino la tentación que sentirá el presidente Colom de protestar enérgicamente ante el Embajador de Cuba en Guatemala, esperando que éste haga llegar a Fidel su dolida decepción después de esa degradante humillación. ¡¡Ya me imagino la respuesta del guajiro!!

También me imagino dentro de algún tiempo cuando se celebre alguna reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) y ílvaro sienta vergí¼enza ante todos los embajadores latinoamericanos que le mirarán de reojo.

Yo, como guatemalteco, siento vergí¼enza, y además, la impulsiva y la muy lógicamente explicable cólera por tener un presidente capaz de permitir que le falten al respeto.

Desafortunadamente d. ílvaro no tiene excusa. Metió las patas hasta adentro, y de ello debe estar arrepentido. Ahora estará buscando el consabido consuelo con doña Sandra pero, dudo que lo encuentre.

Creo que se le habrá ocurrido llamar al Chávez y a Evo Morales, y a Lula Da Silva para talvez encontrar algunas palabras que le conforten, pero, dudo que se las ofrezcan. Seguirá sintiéndose cucaracha.

¿¡¡Cómo es posible que uno, chapí­n, llegue ahora a sentir vergí¼enza de ser guatemalteco!!?

Por eso precisa que se eleven, ahora mismo, multitudinarias voces de protesta, aun de parte de aquellos que incondicionalmente enaltecen a Castro, pero que, ahora, también sufren ese su humillante y denigrante desprecio para los guatemaltecos.

Nuevamente me imagino a Fidel diciéndole a su hermano Raúl que le ofrecí­a el collar, ¿¡¡para qué quiero yo esa mierda!!??

Si acaso ílvaro Colom decidiera renunciar le tocarí­a al vicepresidente Espada. Vale la pena preguntarle a Rafa qué ha pensado de ese triste acontecer.

Yo, indignado guatemalteco, no logro explicarme cómo fue que al presidente ílvaro se le ocurrió semejante tonterí­a. Urge que ofrezca las explicaciones del caso. Ahora sí­ procede que pida perdón al pueblo de Guatemala.