«Verde que te quiero verde» (II)


Alrededor del lago de Amatitlán, hay un buen número de plantas de tratamiento de aguas negras, pero ¿cuántas verdaderamente operan?, ¿qué supervisión efectiva existe para evitar que las industrias no viertan sus desechos contaminantes en los desagí¼es de aguas negras o peor aún, los injerten en las tuberí­as de aguas pluviales? Varios son los casos donde se ha comprobado y se ha publicado que una de las grandes industrias ha derramado, de forma accidental, derivados de petróleo, y han ido a parar al lago.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Injusto serí­a decir que no es necesario que se eleve el cobro obligatorio que pagamos en los recibos de servicios públicos para el tratamiento de las aguas negras. Puede ser que ese cobro tenga que incrementarse, pero es una inversión que por el medio ambiente, no podemos rechazar hacer.

De forma visionaria, Manuel Colom Argueta, cuando fue alcalde, hizo una serie de estudios que preveí­an la urgente necesidad de planificar, ordenar y regular el desarrollo de la capital y de los municipios circunvecinos, lamentablemente los gobiernos centrales y municipales no los han aplicado y cada dí­a la situación del departamento de Guatemala es más grave, hay menos agua, más contaminación ambiental y más saturación de tráfico.

Quienes frecuentamos el Lago de Amatitlán, a través de los años, hemos visto su deterioro cada vez más, su contaminación, la extinción de su vida animal (la casi ausencia de peces) y lo peligroso que es para la salud el bañarse o utilizar sus aguas. Aunque toquemos platillos y tambores, rotulemos y pautemos campos pagados diciendo que estamos «rescatando el lago», la verdad es otra porque lo poco que se hace con una mano, lo destruimos con la otra y con los dos pies.

Durante la época de verano, el pequeño ingenio de azúcar que está a la orilla del lago en el municipio de Villa Canales, al quemar y cosechar la caña contamina el lago y sus alrededores, en un mes más de lo que podemos limpiar en cinco años.

Como me lo dijeran en un correo recientemente, hay dí­as en que todo el lago y buena parte de los inmuebles a su alrededor de las muchas colonias de clase media que se están construyendo en toda esa área, se ven saturadas del humo y de los residuos provenientes del corte y quema de caña.

Otro de los problemas es la utilización de toneladas de fertilizantes, herbicidas y demás quí­micos que se usan en las siembras alrededor de la cuenca del lago, éstos se aplican durante varios meses y las aguas pluviales los arrastran inexorablemente hacia el lago, esto fertiliza y multiplica las algas, la hidrila que absorben el oxí­geno de las aguas del lago, por eso es que al final del verano el lago se convierte en una espesa sopa de arveja que ni el mejor chef del mundo puede descontaminar.

Los millones de sedimentos que llegan al Lago de Amatitlán elevan cada vez más su piso y no está lejos el dí­a en que nuestros descendientes vean un gran pantano en el lugar de lo que fuera un bello e importante recurso hí­drico.

El gobierno de la República, especialmente las corporaciones municipales, deben dejar de hablar y tienen que actuar. No sólo son los paí­ses desarrollados los que están destruyendo el mundo en que vivimos, nosotros también somos culpables, mayor obligación de actuar tienen quienes nos representan como funcionarios electos, los que deben de fiscalizar y ejecutar todos los planes que combatan la contaminación ambiental.

Escuchemos los millones de voces de alarma, démosle gracias a quienes han vivido preocupados en el mundo y en Guatemala, de llamarnos la atención contra la destrucción del medio ambiente. Actuemos para que nuestros niños puedan tener agua, aire y medio ambiente por lo menos igual al que tuvimos nosotros de niños, no hacerlo es un crimen de lesa humanidad.

Continuará