Vender la facultad de pensar


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La facultad de pensar ha sido descrita como una aptitud, capacidad, potencia física o moral. Que de alguna manera otorga poder. Es el atributo humano que posibilita la formación de ideas o representaciones de la realidad en la mente. Que relacionadas entre sí, nos otorgan el entendimiento y la comprensión de la realidad, el aprendizaje, la posibilidad de realizar un juicio y la toma de decisiones. Pertenece al intelecto y la razón.

Dra. Ana Cristina Morales


La agudeza de nuestro pensamiento puede quedar muda, ensombrecida o anulada. Dependiendo de las circunstancias vividas y de influencias sociales y culturales. Ella nos confiere la posibilidad de encontrar soluciones desde la perspectiva de un sentido común. Y obrar ante la realidad con una conciencia que nos ayuda a aceptarla, a cambiarla y también a transformarla.

Erich Fromm, en El arte de amar, describe: “La facultad de pensar objetivamente es la razón; la actitud emocional que corresponde a la razón es la humildad. Ser objetivo, utilizar la propia razón, sólo es posible si se ha alcanzado una actitud de humildad, si se ha emergido de los sueños de omnisciencia y omnipotencia de la infancia.” Es decir, la observación de las situaciones y de las cosas desde el plano más objetivo posible.

La frase de vender la facultad de pensar la encontré en una lectura realizada de manera reciente de un cuento de una autora cubana, Cecilia Valdés. La cual me llamó la atención de ahondar en este tema. El cuento narra acerca del consumismo humano y de cómo aun queriéndose apartar del mismo, buscando la conciencia de su existencia, de manera inimaginable e inesperada la protagonista de éste, cae de manera inaudita dentro del mismo.

Al considerar si se puede vender la capacidad de pensar, me surgen las siguientes reflexiones: Un investigador, un intelectual, un erudito pueden vender el servicio de sus pensamientos a otros. Que podrían ser de un carácter genuino y exclusivamente ético. Aunque, en otras ocasiones, también podría ser todo lo contrario.

Pero hay quienes no venden su capacidad de pensar, ya que esta se ha masificado, no tiene un orden independiente, no les pertenece, porque alguien más se ha dedicado a pensar por ellos, a discernirles de manera arbitraria lo que es bueno o malo en la vida. A otorgar una posición social dependiente del grado de obediencia hacia las normativas impuestas. Entonces… su capacidad de pensar, no les es suya. Por lo tanto, no pueden vender algo que no tienen, aunque ellos mismos no se percaten de su ausencia. Habrá otros que poseyéndola no desearían venderla.

En otra obra de Fromm, El corazón del hombre, él nos refiere que él ser humano actual se caracteriza por su pasividad y se identifica con los valores del mercado. Porque el ser humano se ha transformado así mismo en un bien de consumo. Que se ha convertido en un consumidor eterno, y el mundo para él no es más que un objeto para calmar su apetito. De alguna manera lleva a una tendencia de decadencia, a lo que él denomina amor a la muerte. El ser humano puede llegar a robotizarse y a no encontrar más sentido a la vida. Por lo que el peligro inminente es su autodestrucción. La alternativa que sugiere este autor, es que ha de vencerse la enajenación y las actitudes pasivas para dar paso a un cambio a una senda madura y productiva.

Lo que medito de todo lo anterior, es la dificultad existente para darnos cuenta hasta qué punto nuestros pensamientos se encuentran comandados por intereses y pensamientos externos. Considero que el pensamiento crítico ha sido reprimido desde tiempos remotos, lo que no ayuda a tomar conciencia. Sugiero, como una necesidad, el abogar por el surgimiento de este tipo de pensamiento que permitirá la desmasificación del ser humano y con ello la toma de conciencia de sí mismo y del mundo que le rodea. A veces, el loco, quien se encuentra en contra de la corriente, podrá ser el único cuerdo.