VEINTIíšN MIL Jí“VENES MíS? PARA MATAR


Dr. Carlos Pérez Avendaño

Mister Presidente Bush, en su alocución de hace 3 dí­as admite su fracaso en Irak.

Admite su fracaso, porque fracaso es el haber tratado de convertir las creencias y conducta de los iraquí­es e imponer una democracia, y ante ese fracaso, ahora tratará de matar a aquellos que no piensan como usted. ¿Ya se dio cuenta de lo que eso significa, Sr. Presidente?

Las ideas no se matan, Mr. Bush, y usted, que dice ser cristiano, habrá de tener en mente el sacrificio del crucificado que decidió morir antes que ceder en sus ideas. Talvez así­ lo comprenda mejor.

Será imposible, Mr. Bush, que los iraquí­es, básicamente fundamentalistas, decidan cambiar su modo de pensar. Acéptelo así­, y entonces, si usted piensa con sensatez, se convencerá de lo necio de su destructivo enfoque y dará marcha atrás.

El cambio de creencias y actitudes del pueblo iraquí­ ocurrirá, si es que ocurre, al cabo de años y años de experiencia y de estudios de parte de las juventudes. Ocurrirá cuando las muchachas musulmanas, jóvenes universitarias, se hagan sentir en su sociedad, rehabiliten a la mujer y pasen a formar parte de sus equipos de gobierno desde donde lucharán en pro de la democracia. Eso no se logra a balazos, Mr. Bush.

Con su determinación de enviar 21 mil soldados más para matar iraquí­es, usted se está transformando en un desolador apocalí­ptico, miembro fiel de una cultura de muerte. Imagí­nese, Mr. Bush, lo que significa enviar a 21 mil jóvenes, armados hasta los dientes, para que eliminen a todos los musulmanes no creyentes. ¿Es ese el tipo de acabado a que usted le llama victoria?

Y le hago esa pregunta porque en la alocución de hace 3 dí­as usted afirmó «el fracaso en Irak es inadmisible», pero añadió aceptar sus errores y hacerse personalmente responsable de ellos.

Para ajustar las cosas, la Lila mi mujer me decí­a: «Â¿ y qué hubo de los más de 3 mil jóvenes soldados gringos que han muerto en vano? Bush cree que con confesarse públicamente y responsabilizarse de ello se va a justificar ante las madres, las esposas y los hijos que hoy visten luto».

Y ahora para pasar de fracasado a victorioso, dicta una orden terminante y enví­a 21 mil más para matar, para que mueran más iraquí­es y más gringos. Matar, matar y matar. Así­ logrará usted contemplar a esa nación desolada por la guerra, rebosante de huérfanos y de hogares mutilados. ¿Es eso lo que usted pretende para poder sentirse victorioso, Mr. Bush?

Un triunfo militar suyo, de ese estilo que usted ahora promociona y ejecuta, será la derrota moral más vergonzosa para la nación estadounidense.

Además, ponga atención, Sr. Presidente, al resultado de las recientes encuestas sobre su popularidad. Está usted siendo desaprobado por las dos terceras partes de la población estadounidense. La gran mayorí­a de sus compatriotas gringos quieren para sus jóvenes soldados una misión más noble.

La Democracia por la cual usted aboga, implica, entre otras, hacer lo que el pueblo ansí­a. Esas encuestas hechas a su pueblo son una manifestación democrática, y por medio de ellas el pueblo le está diciendo: «Sr. Presidente, eso no se hace». Escuche el clamor de su pueblo, y si acaso usted no tiene el valor para retirarse de Irak, renuncie a su posición de Presidente.