En su tercer intento por lograr la elección, el ingeniero ílvaro Colom se convirtió en Presidente de la República pero nunca se imaginó que la coyuntura internacional y mundial sería tan poco propicia para él y quienes le rodean, puesto que hace nueve años, cuando estaba en su primera participación, se sabía que las circunstancias especiales de nuestro país convierten en un enorme desafío el asumir la responsabilidad de gobernarlo, pero todo ese nivel de dificultad se ha multiplicado exponencialmente ahora que sufrimos las consecuencias de la crisis económica que golpea a todos los países del planeta.
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Ningún gobernante del mundo la está pasando bien en estos días porque las implicaciones del alza de precios son devastadoras para todos, pero especialmente lo son para aquellos países que carecen de adecuados programas sociales para atención de los más necesitados. En Guatemala no tenemos esos programas y mucha gente que mediante esfuerzo tesonero y mediante la ayuda de sus familiares en el extranjero estaba abandonando la condición de pobreza para empezar por primera vez en su vida a gozar de algunos beneficios, ahora ven cómo se les diluye esa posibilidad en medio de las constantes alzas que se producen a la par de una actitud represiva en Estados Unidos en contra de nuestros compatriotas lo que puede repercutir en una reducción muy marcada del envío de remesas que es el motor principal de la economía.
Definitivamente el impacto de la primera crisis en la era de la economía global está siendo devastador porque produce efectos en cadena que, para variar, dañan más a los más pobres. Puede cambiar mucho en la economía mundial, pero nunca cambiará que los más pobres terminan siendo los más sacrificados en cualquier crisis porque son los que menos recurso tienen para defenderse de los embates y vaivenes.
Preocupa mucho la dimensión de esta crisis porque nadie puede anticipar si el ciclo será de pocos meses; los expertos, por el contrario, están estimando un largo período de contracción económica y advierten sobre la necesidad de estar preparados para lo peor durante un buen número de años.
Creo que el presidente Colom tiene que realizar una profunda revisión de su estrategia de gobierno porque las condiciones son radicalmente distintas de las que había durante la campaña. A pesar de que ya hace un año se veía venir lo que ahora está ocurriendo, los optimistas entonces decían que la crisis inmobiliaria en Estados Unidos era apenas un ajuste natural para corregir los efectos de la burbuja en el precio de las viviendas y que la volatilidad del precio del petróleo se resolvería con la mayor estabilidad en el mundo mediante acciones como el aumento de tropas en Irak. Lo cierto del caso es que ni una ni otra cosa resultaron ciertas y hoy en día las condiciones son lamentables para los países.
La prioridad de Guatemala ha sido siempre, o mejor dicho debió ser siempre, la atención a los pobres porque no es éticamente correcto ni humanamente justo que tengamos tanta gente viviendo tan mal como viven millones de compatriotas. Pero ahora podemos decir que la estabilidad del país está en juego porque si el hambre aprieta y las condiciones se siguen deteriorando, la inestabilidad nos llevará a situaciones de mucho riesgo en las que todos vamos a perder.
Un buen esfuerzo de reflexión para asimilar las implicaciones de la crisis y sus consecuencias en el plano social primero y político, después, es algo que le conviene al equipo de gobierno al que le estalló en la cara una situación que puede volverse en realidad inmanejable.