Analistas de diferentes medios de comunicación social califican al narcotráfico como El actual cáncer maldito de las sociedades, otros lo ubican como El flagelo de la humanidad. Pueden situarse muchas formas de calificarlo, pues destaca su brutalidad como delincuentes y ausencia de valores de quienes integran los grupos de narcotraficantes dentro del crimen organizado. Es en este aspecto donde se encuentra la esencia del narcotráfico (torturas, asesinatos) y sobornos (lo cuales se pagan en millones de dólares) como iniciales elementos que lo caracterizan; el otro, es una simple lógica de la economía al situar la presencia de mercados (donde las autoridades no tienen programas específicos contra el consumo y se dedican a perseguir el narcomenudeo, y la oferta, asegurada por inmensas utilidades. El gran problema para los países es la cantidad de recursos que destinan para combatir a «un puñado de grandes organizaciones».
Luchar contra el narcotráfico no es una tarea fácil, en especial, por los volúmenes de dinero a su disposición, pero tampoco puede calificarse de imposible. Se puede combatir con estrategias y tácticas coherentes donde participen ciudadanas y ciudadanos, conscientes de la gravedad que significa el narcotráfico para sus sociedades -sin alabarlo con la creación de mitos, películas o narcocorridos-, estimulando la producción económica para evitar la presencia de hombres y mujeres en cultivos ilícitos, difundiendo campañas para reducir la demanda de drogas y fortalecer la relación internacional (cooperación, intercambio de información, esfuerzos comunes para resolver los problemas sociales originado por el narcotráfico). Es relevante desarrollar un diagnóstico real y actualizado de grupos de narcotraficantes donde se señalen a sus principales actores, situación de las organizaciones de narcotraficantes y sus áreas de influencia, rutas, redes, tráfico de armas y vinculación con el terrorismo.
Es necesario comprender la experiencia de otras naciones en el combate al narcotráfico. Un ejemplo de este hecho es fomentar la traición entre los narcotraficantes. Por su falta de escrúpulos y con el objetivo de lograr dinero fácil, los rasgos de solidaridad entre sus miembros son bajos. La traición se encuentra latente. Por esta razón deben impulsarse los planes de testigos protegidos. Otro ejemplo es evaluar la estrategia de militarización en la lucha contra el narcotráfico.
En la actualidad, se considera a los adolescentes como sujetos capaces de tomar decisiones. Por esta razón, deben estar informados de los riesgos de salud y otros al utilizar sustancias ilegales. El diálogo con los adolescentes permitirá comprender los elementos que se presentan para que un joven pueda evitar el consumo de cualquier droga. Este aspecto debe desarrollarse con urgencia pues la crisis económica mundial provocará desempleo y angustia. Los adolescentes deben estar informados para las decisiones que deben adoptar.
El narcotráfico es una amenaza global. Sus implicaciones negativas las afrontan hoy las sociedades y las futuras generaciones. Por esta razón, ninguna sociedad puede permitir la permisividad, porque está en juego su propia dinámica. Además, los medios de comunicación en América Latina le dan especial atención a sus analistas cuando se refieren a la presencia regional del narcotráfico y su peligro para la democracia, básicamente cuando los narcotraficantes aportan enormes sumas de dinero para la compra de votos. «El narcotráfico -señaló el ex canciller argentino Dante Caputo- afecta, daña, debilita y pone en peligro la democracia de nuestros países».
Puede señalarse que la preocupación actual del narcotráfico, además del control de mercados y blanqueo de dinero, es el poder. No lo han logrado en ningún Estado, pero pueden tornarse en grupos de presión con la colocación de diputados y funcionarios. Este hecho explica la necesidad de fortalecer a gobiernos que han sido electos. El objetivo del narcotráfico es colocar en situación de debilidad a los gobiernos asumiendo acciones para lograr la ingobernabilidad e impulsando campañas negras. No puede permitirse la acción de distanciar al gobierno y la sociedad porque disminuye la cohesión sociopolítica.
La inseguridad pública es lo más temido en Centroamérica. Esta realidad es una consecuencia, entre otros, del narcotráfico integrando también a la delincuencia y el trasiego de armas. La guerra interna de los cárteles de la droga origina una descontrolada violencia, convirtiéndose en un problema de seguridad nacional. Las poblaciones viven con temor. Además, en el caso de Guatemala, el narcotráfico se encuentra vinculado a grupos de maras y trata de personas.