Hace un par de semanas escribí en esta columna acerca del caso de Carlos Benedicto Sosa, en otras columnas he escrito acerca de la necesidad de leyes de transparencia bien formuladas para evitar el saqueo del Estado y la corrupción desmesurada que pulula por todas partes. Podría parecer que estos dos temas no tienen mucho en común, sin embargo, tanto el acoso y abuso de unos adolescentes hacia un niño, como el robo y mal uso del dinero público, son realizados finalmente por personas. Cada uno de los involucrados en situaciones quizás muy diferentes, pero al fin de cuentas con una naturaleza humana a la que le hace falta algo para actuar bien y saber decir no al mal.
Cuando se habla de todos estos temas, muchos concluyen y yo lo comparto, que es la falta de valores la que nos tiene atravesando una gran cantidad de problemas tanto a nivel individual, como social. Valores que finalmente nos falta pulir o adquirir a casi todos en algún grado y cuya falta nos enceguece. La falta de valores a algunos los hace actuar mal y a otros quizás nos haga hacer daño a alguien, pero sí nos hace tolerar las malas acciones de otros e incluso verlas como algo “normal”.
Hace dos años, un grupo de jóvenes visionarios acompañados de algunos adultos deseosos de dar sus mejores esfuerzos para promover los valores en la juventud, se embarcaron en la travesía de desarrollar el I Congreso de Jóvenes Católicos. Un evento, a través del cual esperaban alcanzar a varios miles de jóvenes mediante un mensaje de esperanza y sobre todo de compromiso a llevar una mejor forma de vida. Ese primer Congreso se llevó a cabo centrado en el valor de la castidad que es uno de los pilares fundamentales del respeto hacia uno mismo y hacia los demás. En ese momento fueron más de 7 mil jóvenes quienes pudimos escuchar el mensaje y llevarlo a nuestros ambientes.
El próximo domingo 25 se llevará a cabo el II Congreso de Jóvenes Católicos, nuevamente con el compromiso de dejar huella en las 7,500 almas jóvenes que participarán. Presentando temas y testimonios que siembren la semilla de unos valores sólidos en cada uno de los participantes y que les hagan cuestionarse acerca de su aporte a una mejor sociedad desde la construcción de una buena base en cada uno de ellos.
En este caso, estos Congresos han sido pensados y desarrollados por personas que comparten la fe católica y por ello, con la autorización de la jerarquía eclesiástica, sus temas han girado en torno a los valores que la Iglesia promueve. Esto ha sido motivo para que más de alguno critique, sin embargo, esa estrechez mental es la que debemos de quitarnos de una vez por todas y aplaudir esfuerzos que busquen generar una juventud más sana y activa, que trabaje por una mejor Guatemala.
Estamos en un momento clave en el que todos debiéramos buscar la forma de encontrar los valores perdidos, apoyar a otros en su búsqueda y encauzarnos a través de ellos en la senda de un desarrollo en paz. Guatemala necesita del esfuerzo de cada uno de nosotros mejorando nuestra propia vida, nuestro ambiente y con ello al país entero.
A quienes estén interesados en conocer más acerca del Congreso de Jóvenes Católicos les invito a leer más en www.filtrate.org.gt e interactuar a través de www.facebook.com/congresojc o de @filtrateguate en Twitter.