Juan B. Juárez*
El jueves 13 de septiembre se inauguró Valenzart Studio con una exposición titulada «Cenizas y Resplandores» que reúne obras de José Colaj y Víctor Hugo Valenzuela, fundador y director del nuevo espacio. La nueva galería se propone una gestión fundamentada en valores artísticos, y no económicos, y una inserción ética en el mercado de arte que estimule en los artistas la libertad creativa y en el público un genuino aprecio por todas las formas y significados del arte en un contexto que por diferentes causas tienden a regatear los aportes de los artistas a la cultura y la identidad.
Víctor Hugo Valenzuela, un artista con una exitosa trayectoria de más de 30 años en la que abundan exposiciones en Guatemala y otros países, así como reconocimientos a su obra y viajes al extranjero, sabe de lo que habla cuando hace el diagnóstico de la situación del artista y del mercado de arte en Guatemala, diagnóstico que está en la base de su decisión de abrir un nuevo espacio para las artes plásticas.
¿Cómo justifica la apertura de Valenzart Studio en un ambiente en el que las galerías existentes y un gran número de artistas parecen saturar un mercado aparentemente muy limitado?
– Lo primero que conviene aclarar es que existen muy pocas galerías con relación al número de artistas. Este desequilibrio da lugar a una situación muy curiosa. Las galerías se manejan con criterios aparentemente muy exigentes, pero que en última instancia se reduce a consideraciones que tienen que ver más con lo económico, como la rentabilidad de su espacio y a cubrir una demanda muy previsible, que con el desarrollo de una expresión artística, generosa y genuina. En la mayoría de los casos se trata casi de complacer a una clientela muy conservadora, con lo cual, a la larga, esos pocos compradores terminan por ejercer una especie de dictadora sobre «el buen gusto» que también determina de antemano lo que los artistas deben de producir. Se forma así lo que podríamos llamar un «arte final» y un mercado formal del arte, que lógicamente deviene excluyente pues deja fuera a obras y artistas que no caben en lo que ese círculo considera arte.
Por otro lado, los artistas exclusivos conforman el mercado informal, violento y caótico, en el que impera la ley del más fuerte (que, por supuesto, nunca es el artista) venta directa en desventaja de negociación, intermediarios independientes, casi siempre voraces y comparadores a la caza de gangas. Lo que tienen en común ambos mercados es que en los dos predomina la especulación de los precios y plusvalías que, por no estar fundamentados en valores artísticos propiamente dichos, conducen no solamente a una inversión altamente rigorosa, sino también a una segunda decepción.
Pero esta curiosa situación nos da pie para pensar que existe un espacio prometedor para una gestión ética del arte que, por un lado, promueva y respete la libertad creativa del artista dentro de las mejores condiciones económicas posibles y, por otro lado, de los coleccionistas bases más sólidas para sus inversiones. Dado que se trata de arte, esta base sólida tiene que ser el valor artístico que, si es legítimo, prevalecerá por sobre los altibajos del mercado.
Eso suena muy bien, casi utópico, pero se me hace cuesta arriba lograr que prevalezca un criterio permanente artístico por sobre esas deformaciones del mercado que, según parece, están muy arraigados.
– En efecto, no es fácil; pero tampoco es imposible. Por mi parte, como artista que soy, le apuesto al arte y a los artistas. Es a ellos a los que, en primer lugar, hay que rescatar de esa situación de mercado tan empobrecedora con respecto a la dignidad y la libertad de los creadores. Lo que perseguimos en Valenzart Studio es crear nuevas condiciones para el actuar del artista en la sociedad. Por eso también le apostamos a una sensibilidad genuina que, libre de las presiones del «buen gusto» oficial, pueda distinguir los auténticos valores artísticos de los pseudos valores derivados de la moda y de la especulación económica. Esa sensibilidad genuina es a la que apelamos, pues sabemos que existe a pesar de esos prejuicios que aparecen ahogarla.
¿Qué acciones concretas y de corto plazo deberá Valenzart Studio realizar para poner en la mente del público esos valores que son la base de su gestión como galería?
– No es de ningún modo casual que Valenzart Studio inicie la exigente labor que nos hemos impuesto con una exposición de obra mía y de José Colaj que se titula «Cenizas y Resplandores». En ambos casos se trata de obras que muestran claramente su génesis formal y temática, alude inequívocamente al contexto social, cultural y político y también al clima espiritual de nuestro tiempo y de nuestro país. Con todo, es una muestra que reúne a dos artistas aparentemente auténticos, dos tipos de expresión que resulta contrastante, pero que cabalmente por la violencia de ese contraste su reunión resulta iluminadora con respecto a un pasado, un presente y futuro común. Se trata de obras que no especulan, que se fundan en una realidad y que, puesta una a la par de la otra, provoca pensamientos y reflexiones.
Puestos en ese camino, nuestra política es de puertas abiertas, pero las iniciativas que apoyaremos y promoveremos deberán ser de ese carácter desafiante, provocativo y esclarecedor con relación a lo que somos como cultura, como sociedad y como individuos.
* Crítico de arte y pintor de Guatemala.