Guatemala vive uno de sus tiempos más convulsos… para muchos eso significa la pérdida de la brújula y una conducta de anomia total por la vida social y cultural, por lo que parecería absurdo hablar de esperanza y posibilidad.
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¿De qué manera se puede construir esperanza en el contexto de incertidumbre que vivimos? La respuesta puede ser que el valor de la vida es ilimitado y que no estamos hechos para vivir en desigualdad humana; porque frente a los procesos y conflictos deshumanizantes encontramos propósitos humanizantes que nos proveen de esperanza.
Esperanza es que los niños y niñas podrán volver a salir solos a la calle, en que la ética debe ser decisiva y fundamental en la actividad política, en erradicar la discriminación se erradique y no se institucionalice, en que podamos vivir como ciudadanos libres del temor de ser asaltado por ladronzuelos o por ladrones con uniforme.
Utopía y esperanza son convicciones y construcciones personales y colectivas, que no dependen de lo que es, sino de lo que queremos que sea; siendo necesario para ello, en NO ASUMIR COMO NORMAL lo que es ANORMAL. Aprenderlo de niños y niñas que miran al mundo con asombro, descubriéndolo, interrogándolo y tratando de comprender por qué pasa lo que pasa, pues ante situaciones como la inseguridad y el miedo, que promueven una lógica permanente de defensa y coartan la libertad, tienen una expresión de incertidumbre y cuestionamiento.
Los niños y las niñas son capaces de detectar lo anormal en la vida cotidiana; aunque no sepan explicarlo o conceptualizarlo; pero saben, desde la sabiduría de estar aún conectados con su interior, que no es normal ver los hechos de corrupción, el abuso, la pobreza extrema, el temor y la inseguridad; que no es normal que la diversidad sea motivo de discriminación, ni que la pederastia se encubra, ni que ser mujer haga posible hacer víctima de violencia y ser pobre.
COMPRENDER que, de muchas maneras, somos los otros, que las experiencias, miradas, recuerdos y aprendizajes, no sólo van pasando de generación en generación, sino a través de los sentidos van pasando de persona a persona sin apenas darnos cuenta. Vamos recogiendo significados y a la vez los esparcimos y en cada movimiento hay de fondo una búsqueda de respuestas al sentido de la vida.
CONSTRUIR a partir del encuentro con el diferente no con el igual; lo cual me recuerda lo dicho por el Moshé Dayan: “sí queremos la paz, debemos dialogar con nuestros enemigos, no con nuestros amigosâ€. Que la paz no tiene que ver sólo con la seguridad pública y con ausencia de violencia institucionalizada; la paz tiene que ver con la no violencia entre las personas sobre todo entre la gran mayoría que está en contra de la violencia y de la criminalidad.
Nuestra realidad, idiosincrasia, afanes, luces y vergí¼enzas, limitaciones, éxitos y posibilidades, nos engloban y demuestran que podemos ser mejores ciudadanos construyendo un mejor país para nuestros hijos.