El ser humano se las ingenia por necesidad y utilidad. Tal y como ocurre desde algún tiempo atrás en los inmuebles dotados de terraza. En forma por demás conveniente hacen de la misma buen uso para satisfacción plena de intereses muy propios, sin perjuicio del vecindario, no tan pacífico ahora.
Ante el visible crecimiento de la infraestructura física, a costa sin duda de reducir espacios a como dé lugar, le dan otros fines en beneficio de esas necesidades apremiantes. Reducidas al máximo sus dimensiones se acomodan con iniciativa e inteligencia en muchos sitios del entorno capitalino contaminado.
De esa cuenta tienen instalados pequeños jardines, que no de Babilonia, cuya acción busca en definitiva la mejora del ambiente de la vivienda en esa área. Ya no sólo desempeña función de tendedero de ropa, lo más usual en tiempos pasados, inclusive en el presente, una mezcla de desarrollo y atraso.
Se engalana para su gusto personal y familiar con esa modalidad de pequeño jardín que funciona a las mil maravillas. Las flores proveen de un toque mágico al solar, capaz de motivar el estado de ánimo y conservar patente y acaso victoriosa la autoestima a favor de los habitantes.
Por lo general en la planta baja desde años remotos, parte sustancial de usos y costumbres de ese entonces, se plantaron jardines visibles y a la mano. Pero la reducción de los espacios físicos fue la principal causa para el traslado en mención, dejando en su lugar el útil garage hoy una necesidad.
Las sociedades en respuesta a nuevos intereses de mayor urgencia, acorde con nuevos tiempos transformaron su rutinario modo de vida. En la búsqueda precisamente de hacer hermosa realidad la enorme capacidad humana de adaptación, instrumento facilitador de tales corrientes del todo modernas.
Además y en procura manifiesta de otros satisfactores de similar necesidad e interés, instalan en otros casos pequeñas hortalizas en la terraza. Por supuesto, bastante mínimas. Sin embargo, se las ingenian muy bien para hacer operativos tales huertos, de cara a una modalidad forzosa e indispensable.
Sale a reducir, nadie lo niega, la creatividad personal asimismo, junto al deseo de contar con este adicional satisfactor. En esa dirección hacen uso de una serie armónica de mecanismos del orden práctico calcados en el aprovechamiento bien planificado de utilizar cualquier espacio de terreno disponible.
Tablones minúsculos, pero funcionales al fin, llenan su cometido. Mismo que contribuye a favorecer la economía doméstica en crisis evidente, y a la vez, proporciona los productos a título de vegetales, del todo indispensable para la dieta, pertenecientes a un grupo que se balancea con los demás.
Esto constituye parte sustancial de otras culturas, por consiguiente es simplemente seguir los pasos trazados en ese sentido, de países foráneos. Empero, es algo verdaderamente digno de imitarse, gracias a los resultados obtenidos, coadyuvantes no cabe duda a la salud, el don más preciado.
En resumen, ambas maneras aquí señaladas en volandas en aras del aprovechamiento de los espacios físicos, se consideran pequeñas soluciones a las grandes necesidades crecientes hoy en día. El avance veloz de Siglo XXI genera por lo visto nuevas alternativas humanas a la orden del colectivo.