A mí siempre me trae buenos recuerdos el ver que alguien sea bueno para enseñar a leer y escribir, pues fue la puerta que usó mi madre para ingresar a Teculután, donde fue muy querida, por eso siempre que se habla de ese tema, me interesa de sobremanera.
Leía en un matutino que TIMOTEO RIVELINO CUX, un maestro de San Andrés Xecul, Totonicapán, enseña a leer a sus alumnos en 4 semanas y que por lo divertido que es cuando se practica, hasta las madres de los niños aprenden a leer.
Pero en esta vida todo tiene sus peros y sus desventajas y es que este señor es guatemalteco, indígena, de pueblo, que implementando su método no se traen asesores internacionales, no se viaja, no se puede usar política de moda y agradecerlo con la Orden del Quetzal, en fin, aunque habla con acento el español, no tiene el sabor chileno, argentino, venezolano o el cubano, etc.
Los guatemaltecos si bien es cierto que le abrimos ventanas a nuestro país, es para que entren los extranjeros, pero nunca pensamos que lo único que necesitamos es la luz, pues la sabiduría está aquí adentro, pero no la usamos.
Ya el Ministerio de Educación debiera de tener bajo análisis este programa de enseñanza y si resulta ser bueno, ponerlo a prueba en dos o tres regiones del país y ya dejemos a un lado aquel pensamiento guatemalteco mediocre, de que todo lo que viene de afuera es mejor.