En su comunicación con la gente, el presidente Pérez Molina dijo que su gobierno tomó la decisión de pedir al Congreso la revisión del impuesto de circulación de vehículos porque se dieron cuenta que afectaba a los guatemaltecos más necesitados. Si hemos de ser sinceros y concretos, lo que realmente ocurrió es que el gobierno se dio cuenta que no había forma de lograr que los dueños de vehículos automotores pagaran el impuesto en el monto aprobado y por ello se dispuso la rebaja, a efecto de lograr aunque sea del lobo un pelo.
El tema es importante porque demuestra varias cosas que hay que tomar en cuenta. La primera es que no se puede hacer una reforma fiscal a la carrera, sin estudios técnicos sino con base en “ideotas” que se sacan de la manga quienes presumen de técnicos. Se confirma lo que siempre se ha dicho, de que se capta más con un impuesto racional acorde con la capacidad de pago de la gente que con un impuesto decretado por burócratas únicamente con la intención de incrementar el ingreso fiscal sin sustentación ni base lógica.
La otra lección a tomar en cuenta es importante tanto para las autoridades como para los contribuyentes. La pacífica resistencia, sin aspavientos de ninguna clase, obliga a los gobiernos a recular cuando es masiva la expresión de rechazo a una disposición tan arbitraria como fue la llamada reforma fiscal. Y este ha sido un gesto instintivo, resultado de que efectivamente no le dan las fuerzas al dueño de un vehículo para pagar el exorbitante impuesto que fue decretado, pero igual podría actuarse para exigir que se cumpla con el ofrecimiento de impulsar las leyes de transparencia. Quiere el gobierno que la gente pague mejor sus impuestos, pues que demuestren que tienen la voluntad de castigar a los pícaros que se roban el dinero público o que lo usan para asignar contratos para el pago de la deuda política que contrajeron con sus financistas.
El que paga manda, se ha dicho infinidad de veces y para infinidad de casos. Pues en el tema del ejercicio del poder, quien paga es el ciudadano que cubre con sus impuestos las necesidades no sólo de inversión que tiene el país, sino los gastos de funcionamiento que les permiten vivir a los burócratas y a los políticos de paso que en cuatro años se forran hasta los dientes.
Esta rebaja que ahora piden al Congreso no es una graciosa concesión que se hace a la gente más necesitada. Es un reculón obligado por la caída de los ingresos y porque la inmensa mayoría no había pagado el impuesto.
Minutero:
Como era una exageración,
el impuesto de circulación,
casi nadie lo cubrió
por lo que se retrocedió