Urge tapar el hoyo


Según informaciones sobre las finanzas públicas, el Gobierno tiene tal agujero fiscal que se ha visto obligado a echar mano de lo poco que queda del producto de la venta de los activos nacionales que se hizo en el gobierno de Arzú, puesto que de lo contrario no podrí­an cumplir siquiera con los gastos esenciales del Estado. En tales condiciones, y con la cuenta de reserva prácticamente agotada, es comprensible que el anterior Ministro de Finanzas decidiera poner pies en polvorosa porque aparentemente no habrá dinero más que para mantener los programas que se realizan bajo la supervisión no oficial de la esposa del Presidente.


Por ello es que pensamos que tapar el hoyo fiscal es más urgente que rellenar el que se hizo por falta de mantenimiento en los colectores de la zona 2 de la ciudad capital. Para lograr el objetivo se ha recurrido a agotar el fondo de reserva que debió utilizarse con más tino, y otro recurso que se ha usado reiteradamente es el de los préstamos, pero en ambos casos es obvio el abuso y por lo tanto ahora corresponde pensar en alternativas. La primera, desde la perspectiva oficial, será siempre la de aumentar los ingresos por la ví­a de nuevos o mayores impuestos. Desde la perspectiva del ciudadano, ese aumento de ingresos tendrí­a que venir de acciones como el combate al contrabando y la evasión. En todo caso, con o sin nuevos tributos, es importante reiterar la necesidad de mejorar la calidad del gasto público, puesto que en un paí­s donde los recursos siempre serán escasos, es fundamental saber que lo que hay disponible se use para los fines esenciales del Estado. Y, por supuesto, que se usen bien, no con miras electoreras como ocurre actualmente, sino con programas de combate a la pobreza que sean sostenibles por la orientación misma de la inversión que permita a la gente más necesitada tener la oportunidad de realizar actividades productivas en el mediano y largo plazo. Si no hacemos nada por el lado de la calidad del gasto y se mantiene el ritmo derrochador que hay en la actualidad, seguramente que ese agujero fiscal se irá haciendo más grande y las soluciones serán, al final, mucho más dolorosas. Especialmente para la gente más necesitada, que requiere efectivamente de atención social, pero esos programas únicamente pueden sostenerse en la medida en que sean en verdad transparentes y eso está muy lejos de lograrse por la terquedad en ocultar y escamotear la información a los ciudadanos. El recién nombrado Ministro de Finanzas tendrá su primer reto en tapar el hoyo, asumiendo que el esfuerzo de su predecesor por eliminar el uso de fideicomisos y ONG para mejorar la calidad del gasto, fracasó estrepitosamente.