UNIVERSITARIOS DE PAPí Y MAMí


Se ha dado y se da por sentado que un estudiante universitario es el único responsable de su actuar dentro de la universidad. Y esto a pesar de que sus padres sean quienes le paguen sus estudios. Es una ya aceptada tradición que no se rige por estatutos ni reglamentos.

Dr. Carlos Pérez Avendaño

El otro dí­a platicaba yo con un profesional, profesor universitario, acerca del papel que actualmente le asigna la Universidad a los padres de los estudiantes en el proceso educativo de sus hijos.

Cuando este amigo me informó que alguna universidad de las ahora operantes en Guatemala tení­a por costumbre llamar a los padres para solicitarles su colaboración en la formación de sus hijos estudiantes, no dejé de asombrarme.

«Fí­jese don Eulogio que su hijo no va bien, ha perdido varios parciales y si sigue así­, va a perder el año. Y, fí­jese don Eulogio que frecuentemente viene a dormirse en clase y como al fin y al cabo usted es el que paga, pues se lo decimos para que lo ponga en cintura o si no, se lo lleva».

Sin embargo, en otra universidad en la que la cuota es significativamente mucho más baja, y aun cuando generalmente es también el papá quien la paga, se procede de distinta manera y el estudiante es el único responsable. Ese diálogo con don Eulogio no se habrí­a efectuado. El papá, nequis.

En el primer caso, en el que la universidad señalaba al papá como el mayor responsable, la tendencia es referirse a ese tipo de muchacho como el «hijo de papi o de mami», es un tratamiento que cabe dentro del quehacer de un colegio, pero que no deberí­a tener cabida dentro de una universidad.

Todo ello me recuerda el caso de un compañero que vino a estudiar proveniente de otro paí­s centroamericano que se inscribió en la Escuela de Medicina y a quien los económicamente acomodados padres le mandaban mes a mes su remesa. Ese muchacho prácticamente nunca asistió a clases y se la pasó de juerga todo el año.

En mi caso particular no fue sino unos años después de haber ingresado a la U que me di cuenta de lo que significa esa transición del bachillerato para la universidad. Esas vivencias las experimentamos todos los recién estrenados universitarios. Lo hicimos sin contar con una guí­a, sin una tutorí­a que nos enseñara a hacer uso responsable de nuestra libertad y? ¡¡vaya si no nos hizo falta!! Sin embargo nunca se llamó a algún papá.

Volviendo al caso del amigo profesor universitario, he de confesar que me pareció inapropiado que la universidad llame, de oficio, a los papás. Naturalmente alguien mencionará el caso de algún muchacho que acostumbra asomarse bajo el efecto de esclavizantes drogas o que es un agresivo portador de navaja, ¿será moralmente obligatorio y estará justificado llamar a los papás? ¿O será que en ese caso la U está contribuyendo a hacer de ellos unos irresponsables?

Es aquí­ que el papel de la tutorí­a se hace presente. Pero eso de llamar a los papás para darles quejas de sus hijos alumnos, parece algo incongruente con la calidad de universitario.

En ese sentido le pregunté a mi amigo el Dr. Roberto Valdeavellano Pinot, ex Rector Magní­fico de la San Carlos, si durante su gestión, alguna vez la universidad habí­a tenido que llamar a algún padre de familia. Su respuesta fue: definitivamente no.

Como siempre, unos a favor y otros en contra de que la universidad funcione como un colegio de secundaria.