Ayer por la tarde vino a La Hora el abogado del Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala, STEG, Enrique Torres, a quien conozco de hace muchos años y cuya trayectoria como especialista en derecho laboral y especialmente en negociación de pactos colectivos es tan amplia como reconocida. Quique me dijo que no venía a pedirme ninguna aclaración, sino simplemente porque por la amistad que hemos tenido quería explicarme lo relacionado con el señalamiento que le hizo un medio en el sentido de que iba a embolsarse 35 millones de quetzales como producto de la negociación con el Ministerio de Educación.
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De entrada me ratificó lo que ya había dicho Poncho Bauer Paiz al respecto, en el sentido de que el dinero correspondiente a los honorarios pactados de acuerdo con la ley y la práctica general en estos casos, será utilizado para instituir una fundación que permita crear un «tanque de pensamiento» al servicio del movimiento sindical guatemalteco. Siempre nos quejamos de que no tenemos dirigentes debidamente capacitados y hasta se cuestiona la calidad de la propuesta de los trabajadores organizados, y esa fundación tendrá entre sus funciones la contratación de profesionales de alto nivel para asesorar en temas específicos al movimiento sindical y para capacitar a sus dirigentes. Ahora que se plantea el tema de la globalización, es bueno ver cómo funcionan en otras regiones los Consejos Económicos y Sociales en los que empresarios y trabajadores pueden discutir para lograr acuerdos de largo plazo que benefician a los países.
Para equilibrar las cosas, el sindicalismo tendría que tener sus Think Tank como los que actúan al servicio del empresariado y eso es lo que la dirigencia del magisterio y el mismo Quique Torres se proponen con el dinero que, de acuerdo con los convenios internacionales, deberán poner todos los trabajadores beneficiados por la negociación del pacto colectivo que no empezó con este gobierno.
Quique Torres fue un abogado de formación socialcristiana que se involucró en la asesoría, en tiempos de terror, del sindicato de Coca Cola. Por supuesto que tuvo que irse de Guatemala y al volver ha continuado con la asesoría a la Federación de Sindicatos de Empresas de Alimentos y Bebidas, siendo actualmente el de la misma Coca Cola un modelo de funcionamiento por las relaciones que mantienen con la empresa y los beneficios logrados por los trabajadores. Y en esa calidad fue buscado por los maestros con quienes, como hace con todos sus clientes que son sindicatos que negocian pactos colectivos, pactó que si se lograba el éxito, el monto del primer mes de aumento obtenido sería para sufragar esos gastos. Con sindicatos pequeños, una negociación de meses puede generar cincuenta o sesenta mil quetzales para los abogados; en el caso del magisterio la suma no llega a 35 millones pero es de todos modos un montón de pisto. Y por ello es que Torres y la dirigencia del STEG, acordaron que esa fortuna será utilizada para crear esa fundación.
Y coincido con Poncho Bauer Paiz en el sentido de que esa decisión de Quique Torres confirma lo que quienes le conocemos hemos pensado siempre de él, puesto que ha sido un luchador social que, como me dijo en mi oficina, no va a cerrar su vida cambiando su forma de ser. Nunca actuó buscando pisto o recompensa material y menos lo hará ahora cuando con hijos exitosos lo mejor que les puede legar es el orgullo de una vida digna, sin tacha ni dobleces. Y ojalá que esa fundación sea lo que el mismo Quique me comentó emocionado e ilusionado: una ventaja para ir equilibrando posiciones en la sociedad guatemalteca.