Una visita al Popol Wuj (1)


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Pa nim ru tzetik, Desde una mirada amplia Durante mis estudios de posgrado tuve conciencia de la importancia del Popol Wuj. En mis años de secundaria en Guatemala medio conocí­ sobre el libro y en la Universidad lo pasamos por alto. No fue sino hasta que Jack D. Forbes, indí­gena de la Tribu Pawhatan_Delaware, doctor en historia que comentó un dí­a a los indí­genas mayas presentes: “todos los indí­genas del continente debemos conocer el Popol Wuj, porque con él nos hundimos o nos salvamos”. Pero una cosa es haberlo leí­do reiteradamente sin entenderlo, y otra haberlo comprendido bien, contribuyendo así­ a encontrarle mayor sentido a nuestro pasado y presente y avizorar un futuro como pueblos.

Por Irma Otzoy

Después de los 4 Códices mayas, cuyas copias datan entre 1200-1400, la copia de la copia del Popol Wuj entre 1554-58 viene a constituir el ví­nculo escrito y tangible que sobrevivió la voracidad de las llamas de la conquista, la apropiación indebida, o el simple paso del tiempo. El Popol Wuj es también único en su naturaleza, por cuanto congrega, entre otros, elementos del orden social, principios de vida, historia, mitologí­a del origen de los seres vivos y el mundo, es decir la cosmogoní­a, y arte escrito de la cosmovisión maya.

Ahora que se publica la segunda edición del libro que no se circunscribe a la historia de los k’iche’ que habitaron lo que se conoce como “Santa Cruz del Quiche” es oportuno comentar lo siguiente.  El Popol Wuj es una historia de pueblos indí­genas contada al mundo entre plumas verdes, “sangre de dragón” (2), fuego y maí­z. Aunque en él se diga expresamente que contiene “la historia del pueblo k’iche’”, como lo señalan los tres Nima Ch`okoj, como representantes de un  pueblo con dominio histórico. Es un dominio k’iche’ desde el punto de vista k’ iche’. El contenido del libro, sin embargo, tiene mayor alcance de lo intencionado. Por un lado, como sociedades estratificadas, los otros pueblos mantení­an en zozobra a los k’iche’, con momentos de paz, alianzas y periodos de guerra; donde los kaqchikeleb osaron no ofrendar sus vidas por el fuego y finalmente fueron acrecentando su poder. Por otro lado, en la parte mitológica y la parte histórica encontramos mucha relación lingí¼í­stica, cultural y polí­tica con los otros pueblos indí­genas, así­ como con la iconografí­a maya clásica, por lo que podemos decir que semiológica, semántica y polí­ticamente el Popol Wuj irradia a un número mayor de pueblos prehispánicos. 

Como mujer kaqchikel, me siento honrada de comentar el Popol Wuj en esta traducción particular. Formada en escuelas de corte occidental, el Popol Wuj, me parecí­a un libro difí­cil de entender, ya que en él no se encuentra la historia linear ni la tí­pica narrativa que se aprende en nuestras escuelas.  Esta versión es celebre porque nos accede al Popol Wuj en forma clara y con lujo de recursos fundacionales. Es una versión que se vale de fuentes históricas, lingí¼í­sticas y antropológicas que deja poco espacio al acertijo o aproximar de traductor, o bien a elucubraciones esotéricas.

Es una traducción que hace sentir el dinamismo del mundo indí­gena. La noción cí­clica del tiempo maya no se repite idénticamente, cada ciclo opera con modificación. El lenguaje poético de coplas, tripletes, cuartetos que afloran en todo el texto, invitan a profundizar sobre la historia de los pueblos indí­genas y a querer experimentar el arte de la palabra maya en cada una de sus lenguas.    

Los nexos culturales con los mayas clásicos han sido demostrados por arqueólogos, historiadores del arte, epigrafistas, geógrafos, antropólogos y lingí¼istas, cuyas décadas de estudios hablan por sí­ mismos. Solo para mencionar algunos de estos ví­nculos: La deidad del maí­z del periodo clásico con la deidad Ixtziya’ del Popol Wuj; la deidad de luna del Popol Wuj representada por la diosa Ixchel; Wuqub Kak’ix con el Ave Sagrada y Osa Mayor; en el relieve del Marcador del Juego de Pelota, del Clásico Tardí­o de Copan, el treceavo soberano de Copan, Waxaklajun Ubaj (18 Conejo), personifica a Junajpu (3) y, por supuesto en la llamada Triada de Palenque, las diferentes manifestaciones y nombres de los héroes gemelos Junajpu (GI) e Xbalanke (GII) están representados por todas partes (4).

Los eventos históricos están escritos en dos formas en las inscripciones de los mayas clásicos: La Cuenta Larga y Cuentas calendáricas. De estas últimas hay dos, ampliamente conocido entre las y los estudiosos de los mayas clásicos: el Tzolqij o Tzolkin o Cholq’ij (que representa al perí­odo del paso del sol al sur del cenit (5), de 260 dí­as, 13 dí­as de 20 diferentes nombres.

La otra cuenta calendárica es  el Haab o Junab o Juna’ (año solar o agrí­cola)  compuesto de 18 meses de 20 dí­as y un periodo final de 5 dí­as (wayeb o tz`api q`ij), que suman un total de 365 dí­as. Y si: “….Por nueve cuentas de veinte ayunaban (9×20 = 180), por otras nueve (otros 180 dí­as que suman 360 que conforman el Tun; más 5 dí­as del Tz’api Q’ij para sumar los 365 del año solar) hací­an penitencia y hací­an ceremonias. Por otras trece cuentas de veinte (260 dí­as) y otras trece (260 dí­as) hací­an penitencia…”, obviamente el año solar o agrí­cola así­ como el Cholq’ij, eran fielmente seguidos por los adoradores y penitentes que narra el Popol Wuj.     

El largo camino irónico: Si en nombre de la Cruz y la espada los españoles destruyeron los textos mayas de la época, con el alfabeto latino utilizado por Diego de Landa, gran parte de las inscripciones mayas clásicas han podido ser descifradas. Desde que Na Chi Cocom, gobernador de Zotuta, le respondiera su tercera recuesta con un: “ma in kati” (man kuaj taj en k’ iche’ o maninbajo’ ta en Kaqchikel, “no quiero” en español) Landa notó la caracterí­stica morfemo-silábica de los idiomas mayas (6) en los jeroglí­ficos.    

Pa kol ru tzetik, Desde una mirada especifica
Sobre identidades y relaciones intergéneros entramos a un tema que ha suscitado mucha polémica entre pueblos indí­genas y entre mujeres indí­genas y el discurso feminista. Por un lado se ha acusado a las mujeres indí­genas de ser manipuladas y oponerse a las agendas de feministas. Por otro, las mujeres indí­genas han expresado sentirse agredidas, incluso por mujeres feministas. Mucho del trasfondo de esto tiene raí­ces polí­ticas que no necesariamente están en oposición, sino más bien visto y atendido desde una sola dimensión sin la debida consideración de contextos y efectos diferenciados. 

¿Qué podemos encontrar en el Popol Wuj o de los mayas antiguos que nos ayude a comprender el estado de la situación? Es una sociedad donde la descendencia se transmite patrilinealmente. Las autoridades eran mayoritariamente masculinas: Los tres pares de gemelos, los jefes de Xibalba, los padres primigenios y sus dioses, los linajes y las Casas Reales, son sobre todo figuras masculinas. Es una historia escrita por hombres. No obstante, las discutidas nociones de dualismo, complementariedad y paralelismo, son una constante de principio a fin en el texto que ofusca el paso directo de binarios opuestos, no solo entre hombres y mujeres sino entre humanos y animales, entre lo natural y lo sobrenatural.

Estudiosos de las culturas y mujeres indí­genas con frecuencia han traí­do a colación los conceptos de complementariedad y paralelismo. Algunos de ellos han reconocido tres tipos de complementariedad: Una que se da en el sentido de mitades que complementan un todo. Otra, en la que hombres y mujeres se complementan mutuamente para alcanzar cierto estado en la sociedad; y la última, en la que hombres y mujeres se complementan para producir un efecto diferente a lo que producirí­an en forma separada.(7)
 
Rosemary A. Joyce (8), quien ha emprendido numerosos estudios en la materia, dice que el género tení­a un potencial fluido y negociable antes de la venida de los españoles en Mesoamérica.  Si bien los hombres se dedicaban más a los asuntos polí­ticos y militares, y las mujeres a la crianza de las hijas e hijos, las mujeres con sus tejidos como principal producto, eran quienes finalmente determinaban mucho del estatus de las familias en la sociedad. No obstante, habí­an importantes diferencias de acuerdo al status social de las familias (nobles y comunes), la edad de las mujeres (jóvenes, adultas o ancianas), o el periodo del que se hable (preclásico, clásico o posclásico).  

Más allá de la retórica, las diferencias culturales exige ver otras perspectivas en cuanto a las relaciones intergéneros. Un rol público no es necesariamente unilateral cuando existe un pacto privado previo. Por ejemplo, las mujeres malayas (9), dejan que los hombres negocien públicamente los asuntos, pero ellas son quienes han decidido en casa la postura que tomaran sus esposos. Retornando al caso de Mesoamérica, ser mayor en edad era socialmente categórico, por los que bien dice Joyce: “Aunque la historia euroamericana parece asumir naturalmente que el género o sexo es el único determinante significante del estatus de poder, para las sociedades mesoamericanas, genero nunca es independiente de la edad, y la edad determina en gran medida el estatus relativo” (10).

Estudiando la epigrafí­a y la arqueologí­a maya la misma autora encuentra evidencia iconográfica del dualismo y la complementariedad. El uso de una forma condensada del motivo del írbol de la Vida con las cabezas de serpientes como sus ramas en los ornamentos de cabeza de mujeres y los pectorales de los hombres, caracterí­sticos de formalidad de mujeres y hombres, representa a hombres y mujeres como mitades complementarias de un solo espacio, la superficie plana de la tierra y el eje vertical central.

La relación dual maya, por su lado, sobrepasa el principio filosófico entre humanos. En un nivel, la interrelación mitológica entre el mundo y el inframundo, al igual que la de Q’ukumatz y K’otuja se establece entre lo natural y lo sobrenatural. En otro, los Nim Ch’okoj se identifican como madres y padres de la palabra. En otro nivel más, existe dualidad entre las deidades mismas, como las deidades del maí­z y la luna, que son considerados iconos de dualismo de género primigenios. La deidad de la Luna, por ejemplo, está asociada con Xbalamke del Popol Wuj y con la representación de Ixchel de los mayas clásicos. En este sentido Joyce dice que el maí­z puede ser femenino o masculino a medida que crece, y la deidad de la Luna a través de sus fases. Finalmente, la Estela H en Copan es otro ejemplo que trasciende la diferencia de género para recrear una identidad dual de género (11).

El paralelismo ha sido elocuentemente explicado y de hecho bellamente demostrado en todo el texto trabajado por el traductor de esta versión del Popol Wuj. Podemos recordar parte del lenguaje paralelo, en la que el engendrador/la concebidora; Xpiyakok/Ixmukane; abuelo/abuela: hijas/hijos. No obstante, la práctica polí­tica de este principio cosmogónico implica mucho más coparticipación de asuntos y/o personajes. Por lo que a diferencia de los mayas, se dice que la ideologí­a y práctica del paralelismo de autoridad y liderazgo entre hombres y mujeres, se mantuvo más entre aztecas e incas, quienes tení­an instituciones muy desarrolladas para el comercio, la diplomacia y la guerra (12). 

Aunque el poder polí­tico era transmitido entre hombres, tení­a sus excepciones. Entre los mayas clásicos habí­a más gobernantes que gobernantas. Hasta el momento se ha sabido de 152 gobernantes y 4 gobernantas, dos de ellas en Tikal, una en Naranjo y una en Palenke (13). En la parte mitológica y la parte histórica del Popol Wuj, las mujeres tuvieron menor representación, y a veces se alude a ellas como sujetas pasivas de intercambio. No obstante, la participación activa de Ixmukane, Ixkik, y de Uchuch K’emja no puede pasarse por alto. En lo relativo al Periodo Clásico, podemos asentir entonces que tuvieran o no el poder absoluto, las mujeres mayas eran muy importantes para mantener el equilibrio. (14)

Estamos en un proceso que rebasa la réplica y hacia la creación de una sí­ntesis propia, salvando interpretar culturas diversas a través de ojos, esquemas o modelos universalistas apabullantes.  ¿Cómo integrar los valores liberales de libertad, individualidad, independencia sin que ello implique la supresión de los valores de otras culturas?  No tengo la respuesta precisa, más de algún intento se ha hecho (15), pero necesitamos mover un poco el lente y relajar un poco las oposiciones binarias aprendidas, desde fuera y desde dentro. Derecho a modificar costumbres y tradiciones culturales que afectan la dignidad, y a fomentar las que nos favorecen, como se comprende del Primer Informe de la Defensorí­a de la Mujer Indí­gena (16). Al mismo tiempo buscando redefinir un “yo” y un “nosotras” con mayor complejidad y heterogeneidad. De no serlo, como lo expresa Wendy Brown “un feminismo sin un discurso reconstruido del discurso liberal es [un discurso] entrampado (17).

Quizá no todas podamos salir totalmente de la cocina, tampoco queremos parejas sin nuestro consentimiento, pero siempre tendremos madres y padres primigenios, y quizá algún dí­a contemos con más consejeras como Uchuch K’amja y gobernantas como Unem Balam, que nos conduzcan por caminos verdes, para que tengamos buenos pueblos y que sea buena la vida y la existencia.

NOTAS
1 Comentarios al POPOL WUJ, traducción al español y notas de Luis Enrique Sam Colop, más conocido como Sam Colop. Guatemala, 2008.
2 Referente a la savia de látex o resina roja que se obtiene de diferentes especies de cuatro distintos géneros botánicos: Croton, Dracaena, Daemonorops, Pterocarpus; cuyos nombres populares son “Sangre de Drago”, o “Sangre de Dragón”. http://es.wikipedia.org/wiki/Sangre_del_Drag%C3%B3n. 23 de abril de 2011
3   Eva Eggebrecht, Arne Eggebrecht, Wilfred Seipel, Nicolai Grube, Estela Krejei, Roemer-und Pelizaeus-Museum. Maya Amaq’ . Edición ilustrada. Fundación Cholsamaj. 2001.
4 Linda Schele y Mary Ellen Miller. The Blood of Kings. Dynasty and Ritual in Maya Art.. Kimbell Art Museum 1986. Printed in Japan.
5 El Sol cruza el cenit el 30 de abril hasta el mediodí­a del 13 de agosto (suman 105 dí­as), cuando emprende su recorrido hacia el sur (que sumando otros 260 dí­as, completan 365 dí­as). Ver, J. Eric S. Thompson. Maya Hieroglyphic Writing. University of Oklahoma Press. Norman and London. 1971. P. 98.
6 Yuri Knorozov y Galina Ershova. Diego de Landa como Fundador de la Cultura Maya. Anales del Museo de América, 2 (1994):21-32.
7 John Monaghan en: Susan Kellogg Weaving the Past.
8 Rosemary A. Joyce. Gender and Power in Prehispanic Mesoamerica. University of Texas Press, Austin. 2000.
9   Es decir, de Malasia.
10 Joyce. Fender and Power… Pág. 182.
11 En Gender and Power…79-81.
12 Susan Kellogs. Weaving the Past. A History of Latin America`s Indigenous Women from the Prehispanic period to the Present. Oxford University Press. 2005.
13 Simon Martí­n y Nikolai Grube. Crónicas de los Reyes y Reinas Mayas. La Primera Historia de las Dinastí­as Mayas. Editorial Planeta, S.A. de C.V. México. 2002.
14 Roberto Villalobos. La Mujer Prehispánica. Aguerridas, Conquistadoras y Madres. En: Prensa Libre. Revista D. D fondo. Pp.18-22. Guatemala, 10 de Mayo,  2009.
15 Rosa Pu Tzunux. Representaciones Sociales Mayas y Teorí­a Feminista. Critica de la Aplicación Literal de Modelos Teóricos en la Interpretación de la Realidad de las Mujeres Mayas. Colección Kiq’ab’. Guatemala 2007.
16 Defensorí­a de la Mujer Indí­gena. Primer Informe. Situaciones y Derechos de las Mujeres Indí­genas en Guatemala. Nabe’ Wuj Ke Ixoqib. Guatemala. 2003
17 Wendy Brown. States of Injury. Power and Freedom y Late Modernity. Princeton University Press. Princeton, New Jersey. 1995. Pag. 164.