El funeral fue muy elegante; pues el ataúd, la tumba y el servicio eran de primera calidad. Sin embargo, sólo el chofer y el ayudante de la funeraria lo acompañaron.
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Jhon Taylor fue un muchacho pobre que nació y creció en un barrio apartado de Chicago, Estados Unidos. Se acostumbró a trabajar duro y al poco tiempo se hizo rico.
Sin embargo, su temor a la miseria no le permitía disfrutarlo; vivía sin comodidades, comía poco y no salía para evitar los gastos. Se había convertido en un avaro solitario.
Cuando tenía cuarenta años de edad, enfermó gravemente y tampoco quiso que lo hospitalizaran en una clínica por no gastar.
Su riqueza pasó al Gobierno, pues no tenía herederos.
QUIEN LUCHA PARA ACUMULAR, SE MUERE SIN DISFRUTAR