Una tragedia que no termina, Dios mío ¿Por qué?


Cada día nos quedamos asombrados ante tanta maldad que ocurre en nuestro país y que al leer los diferentes medios de prensa, nos causa indignación el secuestro, asesinato, abuso y maltrato de bebés y menores de edad.

Ángel Cuéllar Morales/Abbé Pierre


Mayor preocupación nos motiva cuando estos hechos condenables tienen lugar en los propios hogares, nos indigna ver como algunas madres ignoran a sus hijos por un infeliz que los quema con cigarrillos, maltrata o viola a los mismos, sin reaccionar en defensa de sus hijos. Se convierten en cómplices de semejantes atropellos y muchas veces en autoras.

Ante tanta crueldad, no hay reacción de la sociedad ni siquiera una palabra del Procurador de los Derechos Humanos para condenar tanta infamia de estos energúmenos que asesinan niños, madres y abuelas. Hay una total indiferencia que deshumaniza a la sociedad.

El gobierno debe ordenar a los entes de seguridad que actúen de inmediato ante cualquier denuncia o conocimiento que tengan de estos hechos y capturar a los responsables y los tribunales del orden penal condenar con castigos ejemplares a quienes resulten culpables del asesinato, violación o maltrato a niños, mujeres y ancianos.

No es posible que la sociedad sea indiferente ante estos actos de barbarie contra los niños, víctimas inocentes de «hombres» o de madres perversas. Hay que exigir justicia y castigo.