Hace cuatro años escribí un comentario similar al presente sobre el tema de la prevención de accidentes de tránsito en el país, pero a lo largo del gobierno de Colom no se logró hacer absolutamente nada. ¿Cuántas pérdidas económicas y de vidas humanas hubiéramos podido evitar con la implementación de medidas de carácter técnico y científico, sin que ello a nadie le preocupe un comino? A usted, estimado lector, le consta que nuestros impuestos han tomado caminos bien distintos a las necesidades de la población, tomando por ejemplo miles de millones de quetzales para autohacerse propaganda; pero, ¿cuánto se invierte en hacer campañas de concienciación ciudadana para evitar actos y condiciones peligrosas con tantas y repetitivas desgracias?
fracaceres@lahora.com.gt
Nadie, así como se lee y oye, nadie ha hecho una labor efectiva para evitar los tremendos “tortazos†que por los diversos medios de comunicación comprobamos son causados por la excesiva velocidad; manejar los vehículos automotores en estado de ebriedad o por efectos de drogas; hablar, enviar o recibir mensajes electrónicos; fallas mecánicas; irrespetar las obsoletas normas de tránsito y sinnúmero de causas más, ante la carencia de educación, formación y aprendizaje, como el debido control y supervisión del cumplimiento de la ley.
Conozco a gente que antes era incapaz de pasar un crucero irrespetando las indicaciones del semáforo; sin embargo, ahora, imitando a tantos irresponsables, ve para todos lados, menos hacia dicho aparato, atravesándose con los riesgos consecuentes para él y sus congéneres. Igual vemos correr por el Centro Histórico a vehículos a más de 70 kph, no digamos por una calzada a más de 100; circular por las noches sin las luces indispensables o por las carreteras hechas pedazos, haciendo todo lo posible porque su vehículo resulte en iguales condiciones.
Prevenir los accidentes de tránsito es y será siempre responsabilidad del Gobierno central. Sin embargo, se ha venido delegando en las municipalidades las funciones inherentes a la seguridad en el tránsito, cosa que no ha dado los buenos resultados esperados, en la capital como en tantos otros lugares y, para confirmar lo anterior, a las pruebas y estadísticas me remito. De ahí que insista en la necesidad de crear una entidad autónoma que involucre a las fuerzas vivas del país para velar por la seguridad en el tránsito en toda la nación, así como funciona en tantos países, muchísimo más avanzados que el nuestro, sin que intervengan factores ni intereses personales, de conveniencia o de carácter político partidario, puesto que así como la dirección de un centro hospitalario no se le encarga a un ignorante en la materia, la organización del tránsito debe estar en manos de gente capaz, experta y conocedora de la misma. Ojalá que las nuevas autoridades vuelvan a recuperar la capacidad de escuchar, atender y resolver los problemas de la población en la búsqueda de satisfacer el bien común.