Una tarea urgente aún pendiente de realizar


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Hace cuatro años escribí­ un comentario similar al presente sobre el tema de la prevención de accidentes de tránsito en el paí­s, pero a lo largo del gobierno de Colom no se logró hacer absolutamente nada. ¿Cuántas pérdidas económicas y de vidas humanas hubiéramos podido evitar con la implementación de medidas de carácter técnico y cientí­fico, sin que ello a nadie le preocupe un comino? A usted, estimado lector, le consta que nuestros impuestos han tomado caminos bien distintos a las necesidades de la población, tomando por ejemplo miles de millones de quetzales para autohacerse propaganda; pero, ¿cuánto se invierte en hacer campañas de concienciación ciudadana para evitar actos y condiciones peligrosas con tantas y repetitivas desgracias?

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

 


Nadie, así­ como se lee y oye, nadie ha hecho una labor efectiva para evitar los tremendos “tortazos” que por los diversos medios de comunicación  comprobamos son causados por la excesiva velocidad; manejar los vehí­culos automotores en estado de ebriedad o por efectos de drogas; hablar, enviar o recibir mensajes electrónicos; fallas mecánicas; irrespetar las obsoletas normas de tránsito y sinnúmero de causas más, ante la carencia de educación, formación y aprendizaje, como el debido control y supervisión del cumplimiento de la  ley.
Conozco a gente que antes era incapaz de pasar un crucero irrespetando las indicaciones del semáforo; sin embargo, ahora, imitando a tantos irresponsables, ve para todos lados, menos hacia dicho aparato, atravesándose con los riesgos consecuentes para él y sus congéneres. Igual vemos correr por el Centro Histórico a vehí­culos a más de 70 kph, no digamos por una calzada a más de 100; circular por las noches sin las luces indispensables o por las carreteras hechas pedazos, haciendo todo lo posible porque su vehí­culo resulte en iguales condiciones.
Prevenir los accidentes de tránsito es y será siempre responsabilidad del Gobierno central. Sin embargo, se ha venido delegando en las municipalidades las funciones inherentes a la seguridad en el tránsito, cosa que no ha dado los buenos resultados esperados, en la capital como en tantos otros lugares y, para confirmar lo anterior, a las pruebas y estadí­sticas me remito. De ahí­ que insista en la necesidad de crear una entidad autónoma que involucre a las fuerzas vivas del paí­s para velar por la seguridad en el tránsito en toda la nación, así­ como funciona en tantos paí­ses, muchí­simo más avanzados que el nuestro, sin que intervengan factores ni intereses personales, de conveniencia o de carácter polí­tico partidario, puesto que así­ como la dirección de un centro hospitalario no se le encarga a un ignorante en la materia, la organización del tránsito debe estar en manos de gente capaz, experta y conocedora de la misma. Ojalá que las nuevas autoridades vuelvan a recuperar  la capacidad de escuchar, atender y resolver los problemas de la población en la búsqueda de satisfacer el bien común.