Luego de varios meses de preparativos, ayer quedó formalmente instalada la Comisión para la Reforma de la Policía Nacional Civil, a cargo de Helen Mack. Creemos fundamental plantear el sentido de reforma, porque ya tuvimos una mala experiencia cuando tras los acuerdos de paz se cambió la antigua Policía Nacional en la que hoy tenemos, mediante un proceso que se basó fundamentalmente en el concepto de reciclaje, que permitió a los antiguos elementos «amoldarse» a la nueva estructura tras un pequeño barniz que pretendía borrar las lacras del pasado.
Nuestra Policía Nacional Civil hoy es tan ineficiente y corrupta como fue la anterior porque no se comprendió que no se puede reciclar al elemento humano y que las mañas y vicios arraigados por años en una institución no desaparecen con un cursito de derechos humanos y el cambio de uniforme. Ciertamente el problema es serio porque no se puede plantear un borrón y cuenta nueva de la noche a la mañana y los nuevos elementos que vayan saliendo de la academia tendrán por fuerza que compartir y trabajar con los viejos elementos producto del reciclaje que arrastró todos los defectos y podredumbres de la anterior institución.
Pero si no hay una renovación total, a partir de un efectivo proceso de depuración en el que se expulse a todo elemento que tenga inclinación a la corrupción y a cometer abusos, de nada valdrá el esfuerzo que ahora se emprende y que cifra sus esperanzas en la formación de nuevos elementos. Porque si éstos al salir van a contaminarse con los vicios ya conocidos, todo el esfuerzo será tirado a la basura. El secreto estará en cómo minimizar el contacto entre elementos mañosos y los nuevos, sobre todo tomando en cuenta que muchos jefes forman parte de la vieja ola y que no se ha avanzado lo suficiente en crear cuadros de oficiales con nueva mística y visión.
Si la depuración de la PNC siempre ha sido una prioridad, mucho más ahora que viene un proceso de reforma porque de ello va a depender casi absolutamente el éxito o el fracaso del esfuerzo. Todos los días hay quejas del comportamiento de ciertos agentes que se dedican a morder a diestra y siniestra con la tranquilidad de que no serán denunciados por el pavor que infunden en la población y porque de entrada ya apuntaron todos los datos de su víctima y sabrán cómo tomar represalias si hace falta. Un jovencito salido de la academia puede aprender esas mañas más fácilmente que los cursos que le sean impartidos y por ello es que ponerle ojo a ese detalle puede ser la clave de toda la reforma policial.