Una reflexión sobre el futuro


Hoy será bautizada Fernanda Marroquí­n Saravia y más por ese hecho que por la realización mañana de las elecciones en segunda vuelta, he estado pensando mucho en el futuro porque pienso y repienso el tipo de paí­s en que tendrá que desarrollarse esta mi nieta quien, junto a sus ocho primos y uno más que pronto llegará al mundo, forman parte de una nueva generación de guatemaltecos que tendrá que cosechar de alguna manera los aciertos y los errores que cometemos sus abuelos y sus padres en la construcción de una sociedad que tiene que ser el entorno en el que se desarrollen.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Y la coincidencia de la fecha del bautismo con la de las elecciones me obliga a pensar cómo es que de una u otra manera todos caemos al final de cuentas en un cortoplacismo que nos impide ver la dimensión del futuro con precisión. Nos agobiamos pensando en el dí­a a dí­a, pero somos reacios a trabajar en proyectos de largo plazo que sean el cimiento de un mejor futuro para nuestros hijos y nietos y ese mal no es únicamente vicio de los polí­ticos, sino que se ha convertido en una actitud colectiva que marca en buena medida el proceder de nuestro pueblo. Incapaces de fijarnos altas metas y trabajar por ellas, pensamos nada más en programas cuya materialización sea cuestión de semanas, cuando no de dí­as o de horas, porque nadie quiere apostar a esfuerzos de largo plazo cuyo resultado no es fácil medir de acuerdo con esos parámetros que nos hemos impuesto.

Vistas las cosas de acuerdo a la experiencia reciente, puede uno pensar que para la vida de Fernanda lo que ocurra mañana posiblemente sea muy poco relevante porque de cualquier manera se trata de mantener y preservar lo existente sin esfuerzos declarados por modificar el futuro. Fuera de aquella época primaveral en la que se produjo la mayor transformación del paí­s en el siglo XX, cuando la visión de la generación que asumió funciones públicas en 1944 hizo que se diera un salto impresionante en la estructura de la sociedad, hemos sido un paí­s que va entreteniendo la nigua y conformándose con lo que tiene sin mostrar grandes aspiraciones.

Cuando leo los informes de nutrición de nuestros niños y pienso en lo que la falta de alimentos les ha de marcar para el resto de sus vidas, entiendo que la generación de Fernanda, como la nuestra, tendrá un pesado lastre porque como colectivo social hemos sido incapaces de reparar en que sin atender a nuestro recurso humano no tenemos realmente futuro ni podemos aspirar a mucho en un mundo en el que la tecnologí­a está marcando mayores brechas entre las naciones ricas y las naciones atrasadas y pobres.

Por ello pienso que no puede haber mejor regalo de bautizo para Fernanda que ese compromiso por ayudar a construir una sociedad distinta en la que todos los niños puedan tener las oportunidades que a ella se le presentan gracias al amor y facilidades de su familia porque al final del dí­a tenemos que entender que el bienestar de pocos y la insatisfacción de tantos traerá, tarde o temprano, convulsiones y tensiones que no pueden ser el legado que dejemos a esa generación.