Caderas femeninas que bailan candentes al ritmo de punta vestidas con trajes multicolores, manos de piel oscura que trenzan el cabello y fabrican pan de coco; así como hombres de cuerpos atléticos sobresalientes en el deporte, constituyen el imaginario sobre la población garífuna que, lejos de ser un atractivo turístico, representa uno de los grupos étnicos más excluidos del país.
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Las playas de Livingston y Puerto Barrios, ubicadas en el departamento de Izabal, son dos de los sitios que más turistas nacionales y extranjeros atraen en época de verano; tanto por los atractivos naturales de sus playas, como por las prácticas culturales -bajo las cuales se ha estigmatizado a su población-, de los garinagu.
A pesar de estar «presentes», en ese imaginario social; política y económicamente quedan fuera de las acciones encaminadas de desarrollo integral que el Estado destina a la población guatemalteca, razón por la que ven como única «alternativa», la emigración, principalmente hacia el extranjero.
SIN OPORTUNIDADES
De acuerdo con el estudio elaborado por la Comisión Presidencial contra la Discriminación y el Racismo (Codisra) titulado «La población garífuna migrante», los garinagu no tienen ninguna expectativa de empleo y no vislumbran nada en el futuro inmediato.
Dilia Palacios, comisionada contra la discriminación y el racismo, estima que es «incalculable» la cantidad de familias o miembros del grupo familiar de los garinagu que han abandonado el país, principalmente por las ínfimas oportunidades de un empleo digno que tienen en sus comunidades.
La comisionada cita el ejemplo de los innumerables comercios que funcionan en Livingston, cuyos propietarios no son precisamente las familias garífunas, sino que, en su mayoría los habitantes del lugar están limitados a ser asalariados de los negocios.
Por otro lado, el informe de Codisra narra que la pesca artesanal que, tradicionalmente ha sido la ocupación por excelencia de los garinagu, enfrenta a sistemas de pesca intensiva de grupos armados, por lo que cada vez se les reduce este espacio.
No obstante, quienes alcanzan grados profesionales de nivel medio como maestras, generalmente las mujeres, no consiguen una plaza.
«Las mujeres que están desempleadas y trabajan en la economía informal, se dedican al trenzado, pero cuando no hay turismo, la preocupación mayor es de qué va a vivir la gente», dice Palacio.
La comisionada indica que la participación de las y los garífunas, así como de la población maya y xinca, en espacios de toma de decisiones, es sumamente reducido, lo cual hace más difícil la visibilización de la diversidad cultural y sus condiciones socioeconómicas.
En este contexto, la gran mayoría de la población garífuna se ve en la necesidad de emigrar hacia otros países; no obstante, los familiares que se quedan tampoco tienen la «opción» de una remesa familiar.
«Hay garífunas que tienen familiares en Estados Unidos, pero siguen siendo muy pobres», dijo Palacio.
í‰XODO
Un diagnóstico elaborado en 2003 por la Organización Negra de Guatemala (Oneg) detalla que durante ese período se registró un aproximado de 6 mil 500 personas garífunas, cuyo dato representa, según estimaciones de la investigación, el 49% del total de la población garífuna guatemalteca.
Nelda Arzú, directora de la Dirección de Educación Bilingí¼e de la cartera educativa e integrante de la Oneg, explica que el mayor número de connacionales garífunas radican en Estados Unidos, en los Estados de Nueva York, Miami y Los íngeles.
El diagnóstico se efectuó en la cabecera municipal de Livingston, en Puerto Barrios, ambos representan los dos cascos urbanos donde se ubica la mayor cantidad de esta población.
También se encontró población mínima viviendo en los departamentos de Retalhuleu, Guatemala, Quetzaltenango y Escuintla, siempre en áreas urbanas. No se encontró miembros de la comunidad garífuna en áreas rurales
No obstante, Dilia Palacios, estima que las estadísticas no son del todo exactas, por lo que se requiere elaborar un censo que evidencie los datos reales de esta población.
Igual percepción tiene Arzú, quien indica que posterior al análisis, efectuaron estudios de casos, donde ubicaron familias con parientes en el extranjero; allí se visualizó por ejemplo, que de una familia de nueve miembros dos radicaban en Guatemala y siete en otro país.
«Con ello pensamos que podría ser más el porcentaje de la población garífuna que está fuera del país, empero como el porcentaje de nuestra población es mínimo, no llegamos ni al uno por ciento seguimos invisibilizados», concluyó.