Un lector me aconsejó que buscara los comentarios que ayer hizo en el programa radial de Emisoras Unidas el mensajero -reportero, don Próspero Ventura, asegurando que era uno de los enfoques más certeros y sin mucha alharaca para formarse una buena idea de lo que pasó en la Corte de Constitucionalidad. Siempre he sido un fan de don Próspero y cada vez que puedo escucho sus charadas matinales que lo sacan a uno de esa onda de eterna preocupación que genera la situación de nuestro país.
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Pero ayer no pude escuchar su intervención y no me quedó otro remedio que platicar con el mismo don Próspero para que me contara de su mañanera intervención en el programa que dirige Felipe Valenzuela. Empezó diciendo que ante los últimos acontecimientos, había formulado una lista de cosas que tendría que pedirle a la Corte de Constitucionalidad que anulara y empezó con la terrible temporada que ha tenido el equipo Municipal este año, una de las peores, si no es que la peor, de su historia. También dijo que la Corte de Constitucionalidad debiera anular los siete goles que el Bayer de Munich le recetó al Barcelona, además de la terrible participación del Real Madrid este año, en la que se fue en blanco en la Liga, la Champions y la Copa del Rey, no digamos la entrevista que le hizo al presidente Pérez Molina en CNN en español el periodista Fernando del Rincón.
Don Próspero hizo ver, con esa su manera coloquial y simpática, que la Corte de Constitucionalidad todo lo arregla, hasta lo que parece imposible. No formuló ninguna crítica, no despotricó contra los magistrados como lo hacen ahora muchos, sino simplemente planteó que ahora que parecen estar de quien quilete, para arreglar las cosas al gusto del cliente, es tiempo de aprovechar que ese tribunal, llamado a defender la constitucionalidad, le entra a lo que se le ponga enfrente siempre y cuando se le sepa pedir con modo.
En estos días de agrios comentarios, mismos que se vienen escuchando desde hace varias semanas cuando se empezó a discutir si en Guatemala hubo o no hubo genocidio y, lo que es más importante, si nuestro Sistema de Justicia sirve para algo, hemos tenido oportunidad de escuchar y leer todo tipo de argumentos que ponen en evidencia las agudas polarizaciones que nos dividen hoy con la misma pasión que se vivió en aquellos aciagos días de 1954, cuando la intervención a favor de la frutera, en defensa de los intereses de la United Fruit Company, nos dividió artificialmente entre comunistas y anticomunistas, como si no existiera otra posibilidad de pensamiento. División que, por cierto, perduró viva durante muchísimos años y fue en parte generadora del conflicto y que algunos pensaron superada cuando se firmó la paz. Pero no hubo tales, porque hoy en día seguimos dándonos en la madre por las mismas divisiones ideológicas que tanto daño hicieron, que tanta sangre derramaron.
Pues precisamente por lo agrio de la disputa, por lo árido del terreno que estamos pisando en estos momentos, no se puede dejar de señalar la enorme importancia de una pizca de buen sentido del humor, de chispa y picardía para abordar un tema candente. Nuestro sistema judicial está basado en principios procesales que contemplan dos instancias para dirimir las diferencias y solucionar los conflictos legales. Pero nadie imaginó que nuestra Corte de Constitucionalidad, llamada a defender el orden supremo de la ley, sería el reducto de las mañoserías guizachescas que permiten que todo se componga. Y don Próspero Ventura nos lo hizo ver con esa ironía que muchos llaman chispa chapina.