Una pelí­cula sobre George W. Bush


Oliver Stone es uno de los directores y guionistas del cine norteamericano que abordan con frecuencia los temas polémicos de la actualidad polí­tica de su paí­s y los temas de mayor trascendencia social. Por eso me llamó la atención el filme «W» que da pinceladas de la vida de George W. Bush y de su gestión como Presidente de los Estados Unidos, con especial énfasis en el proceso que llevó a la invasión de Irak y la sangrienta guerra que aún continúa en el Golfo Pérsico.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Conjuga hábilmente el guión momentos en los que Bush como Presidente dirige a su gabinete de seguridad y aquellos otros momentos de su juventud en los que actuó de manera totalmente irresponsable, no sólo dando rienda suelta a su afición a la bebida, sino demostrando inconsistencia para realizar trabajos productivos. No sabí­a de la agria relación que presenta la pelí­cula entre George W. Bush y su padre, relación que data precisamente de esos dí­as de juventud en los que Bush padre no sólo se vio obligado a ayudar a su hijo para librarse de ir a Vietnam, sino que le tuvo que sacar de la cárcel y librarlo de un compromiso matrimonial que avergonzaba a su familia. Creo que la parte de los errores de juventud es importante en el marco de que tuvieron influencia en su gestión posterior como Presidente de los Estados Unidos, puesto que primero le llevaron a convertirse en un cristiano renacido, como medio para librarse de su adicción al alcohol, lo que equivale a decir que era un fanático religioso que perdió en muchos sentidos la perspectiva y por eso fue presa fácil de la astucia de Dick Cheney, su Vicepresidente, quien sabí­a perfectamente cómo manipularlo para llevarlo a la guerra contra Saddam Hussein. Figuras importantes en la pelí­cula son Cheney, Condoleezza Rice, Karl Rovel, Donald Rumsfeld, George Tenet, en el bando de los halcones y en su papel de vicepresidente, asesora de seguridad, consejero polí­tico, secretario de defensa y director de la CIA, respectivamente, enfrentados al único que trató de ponerles freno, el secretario de Estado Colin Powell, quien falto de carácter y timorato terminó abrazando las patrañas de informes de inteligencia falsos, inventados por el entorno de Cheney, para justificar la guerra contra Irak. Tanto que fue el encargado de mostrarle al mundo, desde la sede del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, las «pruebas» de cómo Hussein estaba fabricando armas quí­micas, bacteriológicas y hasta atómicas para amenazar a los Estados Unidos. Creo que es una pelí­cula bien lograda que lo obliga a uno a recapacitar sobre cómo es que los pueblos pueden ser tan manipulables. Viendo la sarta de mentiras y engaños que Cheney fue armando para justificar la guerra, y la forma en que la opinión pública se tragó en engaño. Karl Rove habí­a visto tan bien las cosas que advirtió al Consejo de Seguridad que sin guerra todos ellos estarí­an fuera de la Casa Blanca en la elección del 2004, argumento que fue decisivo para lanzarse a la guerra. Pero pensé que así­ como Hitler hizo que todos los alemanes le respaldaran en su polí­tica de exterminio, la sociedad norteamericana cayó en las redes de Cheney que fue junto a Karl Rove, para efectos prácticos, lo mismo que Goebbels para Hitler. En resumidas cuentas, creo que es una buena pelí­cula que presenta, en el reducido espacio de tiempo, una visión demoledora no sólo de Bush sino del pueblo que le permitió el fraude y luego lo reeligió para un mandato adicional.