Una oportuna mención


Referente a los dichos de nuestros mayores es válida su permanencia, capaz de inscribirse en calidad oportuna en momentos especiales de la vida nacional. Constituyen, sin asomo de duda, lecciones tanto sabias como de orden práctico, reflejo verdadero que genera por lo tanto la experiencia.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

El de: «Presidente ha de haber y que todos trabajen para comer», es por demás una valiosa excitativa a la ciudadaní­a en general, sea como sea. Tras la realización de la segunda vuelta electoral, cierra este evento la puerta con franqueza a tantas ambiciones, intereses y compromisos cimarrones.

En parte pone punto final a las expectativas que se generan en los diversos sectores de la población, muy dada a esperar, aunque en mí­nima parte, la participación del pastel. Ajenos al entendimiento que el voto depositado en las urnas no es negociable, sino más bien el derecho personal conciente.

Por otra parte, y en ello estriba lo esencial, después que el binomio ganador tenga acceso al poder se espera que cada quien es sus habituales ocupaciones trabaje en su favor y el de los suyos. La esperanza consistente en involucrarse de repente al tren de la administración pública se escapa de las manos como volutas de humo.

El mejor y deseable empeño tendrá que ser en aras del desarrollo y progreso de la Nación, cada uno en la medida de sus posibilidades y actitudes. Su cooperación en suma lleva el loable propósito digno de concretarse, sin embargo, en su mayorí­a sustituido por intereses mezquinos que quedan sólo en ofrecimientos fallidos.

Pero la naturaleza del ser humano de verdad apunta y se enfila hacia otros rumbos empalmados acerca de la concepción errática que sustentan considerables núcleos poblacionales. De una polí­tica marrullera hacen su modus vivendi y operandi sobre plantillas donde oculta la cara la ambición y corrupción.

De todos modos en nuestro medio cobra mayor vigencia y poder algo lamentable, por cuanto el ejercicio polí­tico mediante el derecho de elegir cada cuatro años a las autoridades superiores, deja mucho qué desear prolifera y al final impera el interés furibundo de prenderse al erario nacional de fijo.

Nuestros ancestros imbuidos de genuino patriotismo y conocedores del auténtico espí­ritu de poner el clásico granito de arena, su accionar difiere mucho a los tiempos actuales. Dar su aporte en base al derecho constitucional, consiste en su posición de qué recibir a cambio de aquella práctica cí­vica desorientada.

De esa cuenta la cruda realidad hace fácilmente el diagnóstico situacional que los tiempos generadores de cambio y evolución ineludibles no presentan en este caso mejorí­a alguna. Sobre esa base y experiencia desagradables existe desconfianza que cifra indicadores de abstencionismo claro.

Pero el señalamiento u oportuna mención de: «Presidente ha de haber y que cada quien trabaje para comer», es imposible en la práctica, de consiguiente es cuesta arriba. Mientras tanto los partido polí­ticos no cumplan con el compromiso de hacer conciencia cí­vica, todo lleva visos negativos.

Vemos muy difí­cil una mejorí­a en tal situación entre el electorado, habida cuenta que las cosas se encuentran enraizadas demasiado. Resulta deseable por lo mismo fincar esperanzas en las nuevas generaciones, en la juventud que aspira según declaraciones vertidas en un presidente de la República de 30 años de edad.