Una nueva patria para las novelas policí­acas


El sueco Stieg Larsson y su trilogí­a «Milenio», que ha apasionado a millones de lectores en el mundo, Henning Mankell, padre del entrañable inspector Kurt Wallander, y la exitosa Camilla Lí¤ckberg han convertido a Escandinavia en la nueva patria de las novelas policí­acas.


Aunque Los Angeles y Nueva York siguen siendo las ciudades mí­ticas de la novela policial, los paisajes glaciales de los paí­ses de Europa del Norte, con sus pueblos cubiertos de nieve y sus suburbios oscuros, son ahora conocidos por lectores de todo el mundo adictos a este género.

Tres escritores suecos figuran en la lista de los «Top 10» de los autores europeos en el 2009: Stieg Larsson, que ocupa el primer lugar, Camilla Lí¤ckberg, en el sexto puesto, y Henning Mankell, en el décimo.

Hasta ahora se han vendido más de 7,6 millones de ejemplares de la saga policial de Larsson, muerto en 2004 antes de terminar el cuarto tomo de «Milenio».

Su éxito abrió el camino para otros escritores nórdicos, propulsando a Camilla Lí¤ckberg, autora de «La princesa de hielo», que sitúa sus novelas en su pequeña ciudad natal, Fjí¤llbacka, a la también sueca Asa Larsson, con su «Aurora boreal» y al noruego K. O. Dahl, con «Un paso en falso».

Antes de ellos, Henning Mankell ya habí­a dado un nuevo soplo al género al crear a Kurt Wallander, un inspector de policí­a con problemas de salud, angustiado por su futuro, decepcionado por la corrupción polí­tica y la xenofobia que le rodea, pero siempre profundamente humano.

En «Los perros de Riga» y «Asesinos sin rostro», Wallander afronta, además del interminable invierno nórdico, a asesinos tortuosos, revelando, en el microcosmos de pequeñas ciudades suecas, un mundo inimaginable de violencia, racismo, odio y pasión.

También la danesa Inger Wolf, en su primera obra, «Un oscuro fin de verano», retrata a un comisario torturado, Daniel Trokic, hijo de una danesa y de un croata, a quien la guerra en Yugoslavia le ha dejado grandes heridas.

Pero aunque es solamente ahora que la literatura negra escandinava se vende como pan caliente en todo el mundo, existe desde hace ya varias décadas.

Hace casi 35 años, Maj Sjí¶wall y Per Wahlí¶í¶ fundaron el género con diez obras que conforman «La Novela de un crimen», un retrato ácido de la socialdemocracia sueca.

«Es indudable que el fenómeno de «Milenio» ha hecho redescubrir esta literatura, provocando una avalancha hacia este territorio inexplorado, exótico, que permite al lector sumergirse en los bastidores de una sociedad que creí­an ejemplar, y desmitificarla», explicó Franí§ois Guérif, que dirige una colección de novelas policiales en la editorial Payot.

Desde 1946, el escritor francés Georges Simenon, padre del inspector Maigret, habí­a señalado que la atmósfera de los paí­ses escandinavos «se presta particularmente a la novela policial».

Islandia ocupa también un lugar importante en esta literatura negra, con Arnaldur Indridason, autor de «Las marismas» y «La voz», protagonizadas por el atormentado policí­a Erlandur, y «El hombre del lago», a medio camino entre novela policial y de espionaje.