“Es en el momento de la muerte cuando uno comprende la nada de todas las cosas” Thomas Carlyle.
Desde hace años pertenezco al Instituto de Derecho Mercantil, todos los jueves nos reunimos religiosamente, el principal objetivo es la transmisión del conocimiento del Derecho, especialmente el mercantil, y ese compartir, antes de iniciar la sesión, y posteriormente la sobremesa, nos ha acercado más allá de lo puramente profesional, y nos hemos identificado como amigos, diferenciar sus personalidades me ha permitido valorar a cada uno de los compañeros en su justa dimensión.
Como seres humanos, no nos detenemos a pensar que la vida es finita, y nadie sabe cuál va a ser el último día, que nos será prestada, el tiempo pasa muy pronto, momentáneamente pensamos en lo mucho que amamos, queremos, apreciamos o valoramos a alguien, pero no lo decimos, ya sea porque damos por hecho que no es necesario, o porque esperamos el momento oportuno, que muchas veces no llega.
Conocimos y admiramos al Señor Licenciado (Sí, con mayúsculas) Miguel Ernesto Lara Higueros, bebimos sus conocimientos, pero ante todo su esencia, un hombre con una tabla de valores muy alta, que predicaba con el ejemplo, la nobleza de Neto, como cariñosamente le decíamos sobrepasaba la media de los humanos en general, era un referente de buena conducta, y de serenidad, siempre que teníamos una duda en relación a una decisión en la que se involucraba el buen nombre del Instituto, o el de nosotros mismos, la frase obligada era: –Preguntémosle a Neto- y él nos hacía toda una exposición de los pros y contras de la posición que podíamos tomar, al final siempre decía: “Yo haría tal cosa” Sin que nadie lo hubiese establecido como una regla escrita, la palabra de Neto era valiosísima para nosotros, y su opinión era la que pesaba para la decisión. Era el amigo con el que siempre se contaba, invariablemente estaba allí. Desde hace tres años se encargó de coordinar los cursos libre que impartimos, y lo hizo entregándose como lo hacía con todo en lo que intervenía. Un esposo y padre ejemplar, que predicaba con sus acciones, hablaba de su esposa con respeto y amor, así como de sus hijos, su valor humano era superior al actuar profesional, su paso por nuestras vidas dejó sentimientos encontrados, entre la satisfacción de haberlo conocido, y el dolor de haberlo perdido.
¿A quién le importa que Neto haya fallecido en un accidente de tránsito? Debería ser a la sociedad en general, porque era un referente de los valores que debe poseer cualquier ser humano, pero no fue así, en una breve nota de Prensa Libre, quienes de casualidad la leyeron, se encontraron con la noticia, que el exministro de Gobernación Rodolfo Mendoza y su esposa sufrieron un accidente en Petén, y como si de dos nadies se tratara (que los nadies tienen nombre y apellido) mencionaban que fallecieron en el accidente Ernesto Lara y su esposa, óigame, es más importante el accidente del exministro, que la muerte de quienes lo acompañaban, morirse en este país, de lo que sea, siempre que no seas “importante” no interesa, existen dos tipos de personas que a criterio de la masa son “importantes”, los de la oligarquía y quien es ladrón, corrupto, narcotraficante, mafioso, y demás, no cabe duda que la sociedad se encuentra deshumanizada, y algunos medios son el fiel reflejo de esa deshumanización.
Gracias al licenciado Oscar Clemente Marroquín, puedo contar con este espacio, para llamar a la reflexión sobre el valor de la vida de los seres de bien, esos que van por la vida dejando estelas de valores morales, porque ser una buena persona en esta nación no tiene trascendencia alguna, con excepción de personas como Tasso, los demás no venden, y por lo tanto no son importantes, solamente para quienes les lloramos. Para los que creemos en él, que Dios bendiga a Neto y a María del Carmen.