Se nos dice que para hacer una mejor nación el cambio debe venir de adentro hacia fuera, individualmente.
Los seres humanos nacemos con una voz interior que nos sirve de juez y que, también nos sirve de verdugo. A esa voz interior le llamamos conciencia.
Los niños desde muy pequeños tienen esa voz que les dice lo que es bueno y lo que es malo. Un niño, genéricamente, de unos tres años de edad, mayor que su compañerita de un año, aprovecha el momento adecuado para meterle un pellizco. Inmediatamente después, mira hacia todos lados para ver si alguien lo está observando. Después de que la nena agredida deja de pegar de berridos, el niño agresor se acerca arrepentido a hacerle cariño y, se acabó el incidente.
¿Qué fue lo que hizo que el agresor viera si lo observaban y, qué hizo que se arrepintiera inmediatamente al sentir la punzada de haber hecho algo malo?
Los niños no han leído tratados de ética o de derechos humanos o recopilaciones de leyes sobre el bien y el mal. ¿Cómo saben, entonces, que han actuado bien o mal? Es simple; es la conciencia quien califica la conducta y dicta sentencia para el dolor y el arrepentimiento, en busca del perdón para la paz de su propio espíritu.
En la actividad intelectual del individuo, en el uso de su inteligencia, se presentan dos tipos de conciencia. Una es la conciencia Psicológica y otra la conciencia MORAL, que tienen características diferentes, pero que ambas son como una reflexión del intelecto sobre hechos y realidades. La conciencia moral consciente en el conocimiento que tenemos o debemos tener las normas o reglas morales; es la facultad que nos permite darnos cuenta si nuestra conducta moral es o no es valiosa. Existen dos posiciones fundamentales que explican la naturaleza de la conciencia moral: la innatista y la empírica.
La posición innatista afirma que la conciencia nace con el individuo, es una capacidad propia de la naturaleza humana. Se afirma, por ejemplo, que la capacidad para juzgar lo bueno y lo malo de una conducta es un don divino, o, es un producto propio de la razón humana, la misma que descubre a priori el sentido del bien y del mal.
La posición empírica sostiene que la conciencia moral es resultado de la experiencia, es decir, de las exigencias o mandatos de la familia, de la educación o del medio sociocultural en general, por lo que, las ideas morales son de naturaleza social, están determinadas por las condiciones materiales de existencia.
En esta línea de pensamiento, vemos que las condiciones materiales de existencia en Guatemala no son proclives a la generación de una buena moral. Sin embargo, en ocasiones, puede observarse una excelente disposición a ayudarse el uno al otro y a tener actos de bondad.
Pero en el diario vivir en Guatemala, podemos ver que la conciencia general de la Nación está encallada -tiene callo. Muchos políticos, autoridades, industriales, mareros, comerciantes, tráfico vehicular, etcétera; todos con diferente traje, diferentes actitudes, diferentes culturas y diferentes formas de vida; sin embargo, en el fondo de cada quien, a pesar de sus diferencias exteriores, la conciencia ya casi no existe. Ya le salió callo…
La degradación moral y de la conciencia en Guatemala no es culpa de los gobernantes exclusivamente. Es culpa y responsabilidad de todos los guatemaltecos. Por eso, para hacer una mejor nación, el cambio debe venir de adentro hacia fuera, individualmente. -Consultas: MM.