Una mancha más al tigre


82 millones de quetzales robados descaradamente al pueblo de Guatemala resultan ser, tristemente, una mancha más al tigre en esta nuestra pobre y esquilmada Nación en donde los polí­ticos pueden robar descarada o sofisticadamente sin que tengan que asumir verdaderas responsabilidades. La mejor evidencia de que el sistema está hecho para beneficio de los pí­caros es la reseña de las pobres penas que le tocarí­a purgar al doctor Eduardo Meyer si es que le llegaran a deducir la responsabilidad que le corresponde por ese millonario robo.


¿Qué se puede decir en estas circunstancias? Podemos despotricar contra los ladrones, tanto del Congreso como de Mercado de Futuros y por el cinismo que mostraron éstos y sus abogados cuando llegaron al Congreso el 31 de julio a pedir una prórroga, a sabiendas de que desde el 20 de junio ya no habí­a dinero en las cuentas porque todo fue rápidamente repartido entre los politiqueros del paí­s y los ladrones de la casa de bolsa.

Podemos lamentarnos de ser un paí­s que está carcomido por el cáncer de la corrupción y frustrarnos al ver que no tenemos salida porque quienes tienen la sartén por el mango son, cabalmente, los pí­caros que controlan ese sistema corrupto para asegurar su más absoluta impunidad. Está, por supuesto, el desahogo de la vindicta pública para personas que, como Meyer, son señalados con dureza por la población pero al final de cuentas tenemos que entender la profunda sabidurí­a del adagio que inspira a los pí­caros, en el sentido de que la vergí¼enza pasa, pero el pisto queda.

Duele y da tristeza, además de rabia e indignación, ver que vivimos en un paí­s donde no hay dinero para la inversión social, pero el saqueo de los recursos públicos se hace con la mayor desfachatez mientras nuestra gente vive en condiciones miserables.

Pero el gran reto es qué hacer ante esta situación. No basta con desahogarnos calificando en términos duros a los sinvergí¼enzas y hasta a su parentela, sino que es urgente iniciar un proceso de rescate moral de la Nación. Hay que advertir que los lobos con piel de oveja están frotándose las manos porque este desmadre les abre las puertas para sustituir hábilmente a los ladrones de hoy para realizar los robos de mañana y serán ellos los que pregonen ese rescate moral.

Ha llegado el momento de que los ciudadanos busquemos las formas de actuar para salvar al paí­s del latrocinio. Mientras no presionemos para que cambien las reglas de juego, el robo será constante y dentro de poco estaremos de nuevo llorando la pérdida de otra millonada. Buscar esa forma de actuar y de organizarnos es la tarea inmediata…