Una mancha más



Al cerrar el perí­odo legislativo, los diputados lo hicieron como sólo ellos son capaces de actuar, es decir, con manifiesta ausencia de decoro, vergí¼enza y respeto para sus electores y la población del paí­s. En una forma vergonzante, la mayorí­a de diputados aprobó una norma aparentemente interna del Congreso, mediante la cual se equipararon ellos mismos a los trabajadores beneficiados por un pacto colectivo de condiciones de trabajo, pretendiendo así­ beneficiarse silenciosamente con la indemnización, pero generando además, no sólo beneficios adicionales para cada uno de ellos, sino también para los empleados del Congreso que ahora podrán exigir, entre otras cosas, que también a ellos se les otorgue un seguro de vida, una computadora laptop, teléfono celular y hasta el pago de la universidad para recibir cursos de capacitación.

De los diputados se podí­a esperar esto y cualquier otra cosa porque ya sabemos que muchos de ellos no tienen noción siquiera de la ética ni de la naturaleza misma de su cargo. Como no entienden la dimensión de ser representantes del pueblo y nunca actúan en esa función, es natural que anden viendo cómo sacan raja para su propio beneficio puesto que al fin y al cabo es lo que han hecho durante los cuatro o más años que llevan de calentar curules en el Congreso de la República.

Lo ocurrido con la indemnización es simplemente la confirmación de que nuestros diputados no entienden lo que son, la función que están llamados a desempeñar ni la alta investidura de que gozan. Son politiqueros aprovechados y punto, como lo confirma plenamente lo dispuesto esta semana.

Y nuevamente ahora vemos la discrepancia entre el presidente electo y su bancada, puesto que así­ como se le saltaron las trancas en el pasado, ahora parecen haber hecho lo mismo y con la misma excusa. «No se dieron cuenta de lo que estaban aprobando», dicen ahora en coro los miembros de la UNE que junto a los del FRG, la Gana y la UCN parecen haber sido los que orquestaron el bochorno que, al final de cuentas, era de esperar y totalmente previsible.

Porque, además, los diputados saben que les caerá leño un par de dí­as y luego todo mundo olvida el asunto. La vergí¼enza pasa, pero el dinero queda, se habrán dicho muchos de ellos y como nuestro pueblo es desmemoriado, pues en poco tiempo el incidente quedará en el olvido y ellos con su dinerito a buen recaudo.

¿Llegará el dí­a en que los guatemaltecos mostremos un aire con remolino en contra de la falta de vergí¼enza y decoro de estos polí­ticos? Mientras ese momento no llegue, no esperemos que las cosas cambien porque en el fondo los ciudadanos somos responsables no sólo de elegir a esa caterva, sino de tolerarlos con nuestra indiferencia ante sus abusos y desmanes.