Una librerí­a de la «memoria»


Eddy Tamayo, propietario de

Con portón abierto a la calle animada, en el corazón de la oriental Santiago de Cuba, un baratillo de libros antiguos y fotos de colección de la Revolución se anuncia como el «rincón de la memoria» de la isla comunista.


Guitarras, afiches y revistas, son parte de La liberí­a ofrece artí­culos de la era soviética en Cuba. FOTO LA HORA: AFP SYLVIE BRIANDLas fotografí­as de la Revolución cubana también son parte de la mercaderí­a. FOTO LA HORA: AFP SYLVIE BRIAND

Hace 15 años, en plena crisis económica post-soviética que provocó enormes penurias a muchos cubanos, Eddy Tamayo decidió cambiar su profesión de ingeniero aeronáutico por el oficio de un librero «que no vende libros pero los intercambia por otros».

La librerí­a «La escalera» nació en la planta baja de una estrecha pieza de techo alto que muere en una escalera, de donde tomó su nombre. Sus peldaños llevan a una puerta clausurada y «están abiertos a todos aquellos, cantantes y músicos, que buscan un lugar donde tocar», asegura el vendedor de 62 años.

En este paí­s criticado en el exterior por faltas en materia de derechos humanos, Tamayo quiere que su librerí­a «sea un lugar de la memoria y de la libre expresión», citando al presidente Raúl Castro quien pidió a los cubanos «expresarse libremente» poco después de sustituir en 2006 a su hermano Fidel, máximo lí­der de la Revolución, por una crisis de salud.

En su «cueva» se hallan apretujadas novelas en inglés dejadas por los turistas, ensayos sobre comunismo, algunos en ruso, una guitarra, discos en acetato de marchas revolucionarias, revistas viejas, pero también retratos del guerrillero argentino Ernesto Che Guevara, el cantante Charles Aznavour o una imagen del Sagrado Corazón de Jesús.

Curiosos del mundo entero pegaron sus tarjetas de presentación en una pared, otros dejaron botellas de ron vací­as o echaron una ojeada a las «fotos de colección» de la Revolución que muestran a un Raúl Castro jovencito con un brazalete negro y rojo del Movimiento 26 de Julio, dirigido por su hermano.

El padre de Tamayo también formó parte de ese movimiento armado que, con la guerrilla, derrocó a la dictadura de Fulgencio Batista el 1 de enero de 1959. Fue en el balcón de la alcaldí­a de Santiago de Cuba que Fidel Castro proclamó la victoria de la Revolución frente a una multitud enardecida.

Pero desde entonces mucha agua ha corrido bajo el puente. La economí­a cubana se hundió por la caí­da de la URSS en 1991 y atraviesa nuevas dificultades como efecto de la crisis internacional, con racionamientos de electricidad y combustible.

Tamayo habla con cierta nostalgia de la URSS «que tanto ayudaba a Cuba». «Pero el mundo ha cambiado y Cuba también debe cambiar algunas cosas», dice este padre de cuatro hijos, dos de los cuales dejaron la isla para vivir en el extranjero «por razones económicas», como lo han hecho tantos cubanos.

«Soy optimista. Creo que vamos a lograr salir de esta nueva crisis económica y que Raúl Castro eliminará la doble moneda», continúa este nieto de inmigrantes españoles, a quien los turistas, «al no poder hacer un intercambio», compran fotos u objetos alusivos a la Revolución, en «peso convertible», la divisa de circulación en la isla.

La mayorí­a de los cubanos gana en moneda nacional mientras que una gran parte de los restaurantes y tiendas venden sus productos en pesos «convertibles», por lo que deben cambiar. Los que reciben dólares de sus familiares en el extranjero deben pagar al gobierno cubano un impuesto de 20% por cada dólar cambiado.

«Incluso Estados Unidos ha cambiado, al menos lo espero», afirma Eddy Tamayo frente a una silueta de cartón del presidente estadounidense Barack Obama, a la que intencionalmente dobló el brazo.

«Voy a levantárselo cuando levante el embargo contra Cuba», exclama riendo Tamayo.