Hay personajes de los que poco puede sorprender y me lo confirmó ayer la ligereza e incapacidad de análisis de Danilo Parinello, quien en una reunión de ex dignatarios de la Nación se refirió al ataque que ayer en la madrugada sufrió mi hijo José Carlos como «una payasada montada para recolectar dinero para la campaña». Como gracias a Dios no somos amigos con ese señor, no hay razón para que él sepa cuál es nuestra actitud ni, mucho menos, lo que para nuestra familia ha significado esa agresión sufrida. Pero, cuando yo digo que mi hijo no se presta a una payasada de esa naturaleza lo digo con una solvencia que no tiene su detractor.
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Parinello, quien ha navegado de uno a otro movimiento político, es ahora recolector de fondos de los unionistas y sabrá Dios por qué un conseguidor como él cree que alguien puede poner en peligro alguna vida humana para recaudar fondos. Puede ser y no lo dudo, que en la UNE y en cualquier partido haya gentes con la mentalidad de este individuo, que montan payasadas para conseguir pisto. Pero puedo meter las manos al fuego por mi hijo porque no es de esa clase de gente. Por supuesto que no meto las manos al fuego ni por el partido ni por sus candidatos, pero me indignó saber de la expresión de este pobre diablo al comentar el ataque de anoche porque como padre atestigí¼é lo que para mi hijo significó este hecho que puso en peligro la vida de varias personas.
Por supuesto que sabemos que en materia política hay siempre mucha tela que cortar y que habrá infinidad de gente que por la asociación de mi hijo con el señor Colom lo condenan. Pero si alguna razón encuentro para el ataque a mi hijo está precisamente en su esfuerzo por tratar de poner un grano de arena de integridad en ese mar de indecencia que es nuestra política. Estoy seguro que si mi hijo fuera como cualquier recolector de ayudas para campaña, estaría bañado en pisto con el porcentaje que muchos de estos clientes se despachan para sí, y nadie tendría interés en atentar en su contra. En cambio, porque no se ha querido plegar, porque no se ha vendido, desde hace meses he recibido mensajes de advertencia en los que me han comunicado que sectores poderosos, que sin duda son bien conocidos por individuos como Parinello, están molestos porque lo han visto como un obstáculo para tender sus tentáculos.
Y ver que alguien se arriesga y pone en peligro su vida por luchar por ideales, para que venga un pobre diablo a expresar una infamia así, indigna. Sé que Parinello no será el único que lo diga, aunque también estoy seguro que muchos de sus jefes de los unionistas, que conocen bien a José Carlos, no comparten su descalificativa expresión. Que otra gente dude de la honestidad de cualquier político es comprensible, pero que lo haga alguien cuyo mayor mérito es haberse armado comprando las patrullas Lada en tiempos de Ramiro De León Carpio, a la larga viene a ser una especie de galardón.
Y es lo que más lo hace pensar a uno sobre la validez del esfuerzo de querer aportar dignidad y decencia a la política, puesto que cuando no son las balas y los molotov, es la maledicencia de cualquier hijo de mala madre que sin recato ni prudencia suelta expresiones que, si alguien las dijera de ellos, les causarían indignación. Se puede destruir a una persona a balazos, pero también hay otras armas de cobardes y Parinello, el asesor del vendedor de vehículos que fue agarrado con las manos en la masa con autos robados, nos ha dado una muestra de ellas. Y lo que yo digo de Parinello está debidamente documentado y publicado en la prensa nacional.