Una exposición simultánea se abrió ayer en cinco países para celebrar los 75 años del pintor Fernando Botero, el maestro de las formas voluminosas, mientras los museos colombianos que albergan sus obras realizaron una jornada de «puertas abiertas».
La exposición simultánea, cuyo afiche reproduce una torta pintada por Botero en 1971 en su óleo «Feliz Cumpleaños», comenzó en galerías de Madrid, Caracas, Munich (Alemania), Venecia (Italia), Miami y West Hollywood (Estados Unidos).
Botero, quien se encuentra en la capital española, donde fue condecorado con la orden de Isabel la Católica, agradeció estos homenajes y se declaró «afortunado» porque tiene «una energía y vitalidad» que le «permite pintar todos días, durante 8 horas, inclusive los sábados y domingos».
El artista, cuyas pinturas rondan los 2 millones de dólares, aseguró que su mayor satisfacción es haber conseguido tener un estilo propio con el cual se le identifica en todo el mundo.
«Eso lo logré siendo muy joven y a eso le debo todo en mi vida. Lograr que la gente vea un cuadro mío y sepa que es mío, es un gran honor», puntualizó.
En Medellín, la segunda ciudad de Colombia (400 km al noroeste de Bogotá), las puertas del museo de Antioquia se abrieron de par en par para permitir a sus paisanos observar más de 114 pinturas y 23 esculturas suyas.
«Era una fecha que no podíamos dejar pasar por alto», subrayó la directora del museo, Lucía González Duque.
En Bogotá, una jornada de lluvia minimizó el ingreso al museo Botero, habilitado en una casona del centro colonial, y que alberga una exposición permanente de 123 de sus cuadros y esculturas y 85 de otros pintores del siglo XIX y XX, como Auguste Renoir, Pablo Picasso y Salvador Dalí, parte de su colección personal que el artista donó en 2000.
En Madrid la galería Fernando Pradilla, sucursal de la galería colombiana El Museo, exhibió una selección de pinturas, esculturas, dibujos y acuarelas del artista, cuyo trabajo reciente se ha dedicado a reflejar la tragedia de la violencia en Colombia y las torturas cometidas por los soldados estadounidenses en la prisión iraquí de Abu Grahib.
Pero ahora las inspiración del artista parece haberse encaminado a un tema más amable en apariencia: el mundo del circo, según él mismo explicó a la radio Caracol desde Madrid.
La obsesión por el ambiente circense lo acosa desde hace seis meses cuando visitó un circo pobre en México, país a donde viaja con frecuencia desde Italia -donde vive- para visitar a sus hijos.
«Era uno de esos circos de los que iban a Medellín cuando era niño; me pareció de una gran plasticidad y poesía, uno de esos circos en los que diez personas venden las entradas y también los refrescos, hacen de maromeros y de domadores de elefantes», relató.
Los dueños del circo aceptaron con agrado al artista y le permitieron conocer por dentro ese mundo. Ahora «tengo la obsesión por los malabaristas y el mundo de los circos», aseguró.
«Es un tema que ya pintaron Toulouse-Lautrec, Picasso, Leger, Calder, Chagall y muchos otros, pero lo importante es que cada uno hace su circo», añadió.