Una frase lapidaria de Condoleezza Rice


Oscar-Clemente-Marroquin

Nunca he sentido especial simpatí­a por la señora Condoleezza Rice, principal asesora y luego Secretaria de Estado de George Bush, uno de los presidentes más ineptos a mi juicio de toda la historia universal. Pero en la edición de la revista Newsweek correspondiente al 31 de octubre, publican extractos de su libro de memorias, “No hay más alto honor”, y abren con una entrevista que le hicieron justamente cuando se tuvo noticia del trágico fin del dictador de Libia, Muammar Khadafi, por lo que abordaron el tema de la revolución en ese paí­s y la forma sangrienta en que culminaron los hechos.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

 


Cita Newsweek la siguiente frase de la señora Rice: “Revolutions are not pretty, and I think we all have to remember that if political reform comes late, when there is a lot of anger, then it is not going to be either smooth or, frankly, look like we would like it to look.” Muy libremente podemos traducirla diciendo que “Las revoluciones no son agradables y yo creo que todos tenemos que recordar que si la reforma polí­tica se produce tardí­amente, cuando hay ya demasiado malestar e inconformidad, entonces no será pací­fica o, francamente, capaz de producir lo que quisiéramos ver como resultado”.
 
  Esa frase aplicada a Libia y viniendo no de un revolucionario ni de un activista incendiario, sino de una persona que ha tenido la oportunidad de ver los acontecimientos mundiales desde la más privilegiada vitrina que es la Casa Blanca y el Departamento de Estado, tendrí­a que ser objeto de profunda reflexión en cualquier paí­s en el que se percibe un agotamiento del modelo, un sentimiento de fracaso de las instituciones que, tarde o temprano, provocará ese “lot of anger” que menciona Condoleezza Rice en la entrevista que le hicieron para que hablara de su nuevo libro.
 
  Según Rice, al final de cuentas la “agenda de la libertad” que sirvió de pretexto para derrocar a Hussein, se terminará imponiendo, pero en el camino se verán situaciones extremas como las que se dieron en Libia, donde la ira popular alcanzó lí­mites insospechados que culminaron con la ejecución extrajudicial del dictador Khadafi a manos de los rebeldes.
 
  Lejos del Cercano Oriente, sin embargo, la frase tiene vigencia para que otros pueblos y, sobre todo, otros dirigentes y miembros de los grupos dominantes, pongan su barba en remojo porque cuando se diagnostica la crisis institucional, la falla colectiva de las instituciones que conforman un modelo polí­tico que se carcome por la corrupción, es imperativo proceder a la reforma polí­tica de manera pací­fica si se quieren evitar extremos como los que se producen en casi todas las revoluciones.
 
  Yo estoy especialmente preocupado porque en Guatemala pareciera que nuestros polí­ticos y quienes sacan raja al juego de la corrupción no se quieren dar cuenta que el modelo está agotado, que lo han perforado con su voracidad sin lí­mite y que no parecen entender ese comportamiento cí­clico de nuestro pueblo que después de pasar años sumiso, agachado literalmente, de pronto pierde la paciencia y revienta. Estrada Cabrera y el linchamiento de sus colaboradores es un ejemplo, como lo es también la Revolución de Octubre de 1944 y el exilio de Ubico y sus allegados.
 
  Aquí­ pareciera como si viviéramos sin problemas porque la gente no tiene en absoluto ese malestar, ese “anger” que acumulado produce reacciones como la de los libios. El ciudadano carga diariamente con su cruz en silencio, soporta la violencia, la desvergí¼enza de los polí­ticos y la corrupción de éstos con los empresarios, tradicionales, emergentes o del crimen organizado, sin chistar, sin la menor protesta. Es más, se apresta dócil y confiadamente a ir a emitir su sufragio por el que considera menos peor y aún así­ espera que todo cambie. Pero esa agua mansa, esa calma chicha no deben provocar engaño en nadie. Lean a Condoleezza Rice y reflexionen.