Julio Donis C.
La definición de la finca como unidad territorial del pasado, tiene distintos elementos políticos, económicos y culturales que la describen y la interpretan en el marco del desarrollo de la sociedad guatemalteca del siglo XIX, e incluso hasta bien entrado el XX. Muchos de esos rasgos también han logrado perdurar en la Guatemala capitalina del siglo XXI y subyacen en la implementación de la política pública que el gran poder local de Tu Muni, extiende en todo el valle del área metropolitana, marcando su presencia con el escudo de la capital, cual reino capitalino y con el color verde fluorescente.
El rasgo fundamental de la finca es el carácter de unidad productiva que generaba riqueza para el dueño de la misma, bajo una lógica feudal de explotación. La finca, también fue conocida como la hacienda y como tal se fue transformando con el tiempo en el eje del poder local; esto significó que instituciones como la escuela y la iglesia se fueran desarrollando alrededor de este centro. La finca fue el factor de explotación alrededor del cual se fueron delineando las relaciones sociales de producción de este país, y eso contribuyó a la conformación del Estado-nación guatemalteco. La alusión no es menor si complemento con lo siguiente: la finca del siglo XIX explotaba el café sobre la base de la racionalización productiva, pero también sobre el proceso expansivo de acumulación de riqueza.
En la Guatemala capitalina, cual finca de aquellos tiempos, el desarrollo urbano está dando ya muestras de agotamiento y limitaciones por la explotación que se hace de sus recursos. Los linderos geográficos fueron ya rebasados y la conurbación tiende a que dichos límites abarquen otras municipios aledaños, por la sed ambicionaria latente del que administra la finca. El enriquecimiento empezó por lo menos hace una década y antes de eso se implementaron las condiciones privatizadoras que favorecieron una serie de actividades en el hoy.
Esfuerzos por remozar la finca
Los esfuerzos por remozar la finca se han orientado al desarrollo de bellos senderos en la avenidas del abolengo y de la modernidad, los esfuerzos por jardinizar no se han quedado atrás y en general se ha sembrado plantas y flores hasta en los barrios populares, o se ha pintado de verde muni por todos los rincones incluido mercados, pero ni el verde ni las flores pueden ocultar la apabullante contradicción que ofrece la desigualdad de esta sociedad chapina.
Para que sea productiva la finca, hay que manejarla con destreza y con mando, eso implica el desarrollo de especializados sistemas que aporten información oportuna, una red de operadores políticos que destrabe o facilite obstáculos legales y un ejército que controle los linderos, calles y avenidas de esta ciudad, y si no se puede, entra en auxilio la tecnología del video que registra los movimientos acelerados de sus habitantes.
Pruebas de lo anterior, me refiero a la destreza (maña) o al mando (arbitrariedad), las hemos visto pero les repaso algunas: la discrecionalidad con la que se han manejado los fideicomisos de fondos públicos, para lo cual se ha emprendido senda campaña contra la Ley de Acceso a la Información, para evitar exponer la forma en la que se manejan los mismos. Tu Muni podría generarse sus propios recursos a partir de las tasas municipales y arbitrios si se implementara una política transparente, sin necesidad de acudir a los fideicomisos de manera privativa. Por ejemplo cobrar el IUSI con criterios que asuman la desigualdad sobre la propiedad y las condiciones de pobreza, se convertiría en réditos políticos y no sólo financieros. Y la más reciente, el descubrimiento del negocio que se hizo con los archivos personales, a manos ahora de una empresa privada; ojalá que eso no haya sido fruto de una arbitraria adjudicación de contrato de concesión de bienes públicos sin licitación, etc., etc.
Males de años
Mientras tanto, la finca padece de males que se hubieran podido mitigar en diez años de gestión, si se hubiera implementado un adecuado plan de desarrollo urbano pensado en lógica humana; también describo algunos de ellos para que contrasten con las pruebas anteriores: el primero por su tamaño es el basurero de la zona 3, cuyos olores fétidos se esparcen en el aire, especialmente el lado sur de la ciudad porque las corrientes van en esa dirección (ni hablar de los guajeros caídos en su faena de supervivencia diaria); el segundo es el transporte urbano que no ha logrado reinventarse y Tu Muni (tampoco el Gobierno central) han podido prestar movilización más digna para miles de ciudadanos que día a día pierden dos o tres horas en las jarrillas, apretados como sardinas, a riesgo de ser asaltados, ultrajados, o denigrados por el piloto.
Si bien el Transmetro le ha resuelto el problema a muchos del lado sur de la capital, no ha sido una solución integral (ya Guayo Velásquez ha argumentado mucho sobre esto), la ciudad de Guatemala es un sistema cerrado y un accidente en la calle Martí replica en la Roosevelt. Un tercero tiene que ver con las calles de Tu Ciudad que se han convertido en alfombras arrugadas de tantos parches; las brigadas de bacheo tapan un hoyo que se vuelve a abrir con la siguiente lluvia, y algunos de éstos han sido bacheados hasta cinco o seis veces en lo que va del año.
Ahora bien y para ir acabando, si consideramos que el Estado se define como una relación social, ¿cuál es la vinculación entre éste y las relaciones sociales que se han conformado a partir de una lógica de finca? ¿Cómo dimensiona lo público el habitante de una ciudad al que le vendieron su información personal a una empresa privada?
Julio Donis