Eduardo Villatoro
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Probable o seguramente usted ha oído decir de determinada persona, que es o era de «buena familia», con lo que se dan a entender muchas cosas, sobre todo si se trata de una persona que falleció en trágicas circunstancias o se sospechaba con mucho fundamento que andaba rodeado de compañías nada recomendables.
«Lástima de Fulanito de Tal, la forma como fue encontrado su cadáver, siendo de buena familia», suele comentarse de algún muchacho que fue herido de muerte. Pero en el caso de Rafael Cuevas Molina no se trata de alguien que sea o haya sido de buena familia, sino que es una novela titulada Una familia honorable, cuyo acto de presentación se realizó la tarde/noche del pasado miércoles 9, en las instalaciones del Centro Cultural de España, que se ubica en 4 Grados Norte.
Como sabido es, estas notas no pretenden contener alguna crítica literaria, sino que es un intento de reseña de la obra, que, como se advierte en la contraportada, puede ubicarse en el género de la literatura de posguerra en Centroamérica. En este caso, específicamente en Guatemala.
Las personas viven y actúan en los primeros años del siglo XXI; pero años atrás cada cual estuvo ubicado, queriéndolo o no, en espacios distintos y, a veces, opuestos, dentro de una sociedad herida por la guerra, aunque eufemísticamente muchos persisten en calificar este hecho político, cultural y económico como «conflicto armado interno».
En la novela, el tiempo muestra cómo cada uno de los protagonistas tiene su propia naturaleza humana con luces y sombras, que les permiten acercarse a la separación, aunque suene contradictorio.
Sociedad en crisis
Más allá de los afectos y los desamores, sin embargo, todos los personajes se encuentran inmersos en una sociedad en crisis, a la que cada uno responde y se acomoda de distinta forma.
De esa cuenta, mientras algunos se involucran en actividades vinculadas al narcotráfico, otros intentan contribuir en la construcción de un mundo más humano y justo. Como en otras novelas de Rafael Cuevas Molina, hay una presencia importante de protagonistas femeninos en cuyas personalidades el autor bucea, mostrando diferentes matices -a veces muy paradójicos- que los caracterizan.
Mediante la participación de cada uno de los personajes, se va perfilando un mundo en el que la cotidianidad expresa diferencias sociales, aspiraciones, grandezas y mezquindades de los guatemaltecos de la ciudad capital y su entorno metropolitano.
De corrido
Tuve la oportunidad de recibir un ejemplar de Una familia honorable antes del asueto del lunes 30 de junio, cuyo previo fin de semana lo disfrutamos con cuatro de mis hijos con sus parejas, mis nietos y mi mujer en un chalet que una familia muy honorable -y esto no es ficción- tuvo la gentileza de facilitarnos en Monterrico.
Anoto ese detalle aparentemente frívolo, porque mi estancia en esas playas del litoral del Pacífico me permitió leer, sin las interrupciones telefónicas propias de la vida cotidiana, la novela de Cuevas Molina.
Contrario a lo que me esperaba, puesto que antes de entrar de lleno a la lectura del libro le di una hojeada u ojeada, su lectura me absorbió, pese a que no encontré un solo diálogo expreso. Salvo los momentos netos de convivencia con mi familia, leí casi de corrido el libro, pudiendo identificar las generosidades y miserias del ser humano en los protagonistas de la obra.
Créditos
Una familia honorable fue publicada por F&G Editores, cuyo director es el entusiasta Raúl Figueroa Sarti, mismo que preside la Gremial de Editores que con tanto ahínco está organizando la Feria Internacional del Libro, que se inicia el viernes 25 de este mes.
Según la invitación, la presentación de la novela estuvo a cargo del escritor Javier Payeras, el poeta Francisco Morales Santos y el propio autor, quien es un guatemalteco residente en Costa Rica. Tengo la presunción de que es hijo del malogrado doctor Rafael Cuevas del Cid, rector que fuera de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Actualmente trabaja en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Costa Rica, en la Maestría de Estudios Latinoamericanos y el Doctorado en Letras y Artes en América Central.
Ha publicado cinco novelas, un poemario y varios libros sobre cultura centroamericana. Además es pintor que ha expuesto individual y colectivamente en Guatemala, Costa Rica y Cuba.