Una esperanza desde el sur


«Todas las manos todas, todas las voces todas? canta conmigo canta, hermano americano, libera tu esperanza con un grito en la voz»

A. Tejada Gómez

Ricardo Marroquin
rmarroquin@lahora.com.gt

La llegada de un buque venezolano cargado con 2.9 millones de galones de combustible a Puerto Quetzal, Escuintla, fue motivo de sorpresa para las autoridades del sector. El viceministro de Energí­a y Minas, Jorge Garcí­a, aseguró a un medio escrito que desconocí­a la existencia de la embarcación y su llegada a costas guatemaltecas.

Varios meses atrás, se conoció que las autoridades de las mancomunidades realizaron negociaciones con el Gobierno de Venezuela para adquirir combustible bajo las condiciones de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), que contempla criterios de solidaridad en el intercambio de productos entre los paí­ses de la región.

Sin embargo, los recursos de las municipalidades son mí­nimos, resultado del lento proceso de descentralización, lo que complicará la utilización del combustible. Uno de los principales problemas que presentan las comunidades que se beneficiarí­an con este producto, es la falta de instalaciones para almacenarlo e incluso, para trasladarlo.

Pero la sola llegada del buque con bandera venezolana puede representar una esperanza para bajar los precios del combustible en nuestro paí­s, frente a la propuesta permanente del presidente durante las peores crisis por los altos precios de la gasolina al asegurar que lo único que podí­a hacer era «pedirle al Señor».

Guatemala tiene la oportunidad de incluirse en la lista de los paí­ses beneficiados por la polí­tica exterior de Venezuela, e incluso, a través del «Acuerdo Energético de Caracas», firmado entre el gobierno bolivariano y el de nuestro paí­s, podrí­a iniciar un intercambio energético y comercial basado en los postulados del ALBA.

La decisión es polí­tica y ni el actual Gobierno, ni los candidatos que compiten por la presidencia, han mostrado interés por dar un giro en las relaciones exteriores y ver hacia el sur.

Contrario a lo que estipula la Constitución Polí­tica de la República, las autoridades del Estado no velan por el bien común, sino que siguen empecinados en agradar a las grandes transnacionales que manejan a su antojo el precio de la gasolina.

Lamentablemente, es cierto. Pese al contexto latinoamericano en donde la población ha mostrado su rechazo a las polí­ticas del libre mercado en donde la libertad se reduce al poder de compra y las posibilidades del desarrollo integral son mí­nimas, en nuestro paí­s las grandes masas votaron por las propuestas de derecha, lo que nos condena a seguir esperando que la riqueza de los pocos se derrame sobre nuestras cabezas.

El orden económico de la región empieza a presentar modificaciones que hacen temblar al poder conservador y tradicional. Venezuela, por ejemplo, avanza hacia una reforma constitucional que le permitirá consolidar el proceso socialista del nuevo siglo.

Sin este tipo de cambios en la estructura económica otros paí­ses de la región no estarí­an siendo beneficiados con algunos proyectos como el combustible a mejor precio y miles de operaciones de la vista a través de «Misión Milagro». ¿Debemos pensarlo?