Una dosis de confianza y optimismo en el TSE


Eduardo-Villatoro-2014

Pese a que sigo sosteniendo que si aspiramos a que Guatemala logre salir del subdesarrollo político, económico y cultural actual, no basta el cambio de personas al frente de algunas organizaciones del Estado, sino que es imprescindible la renovación o la transformación de las estructuras caducas, corruptas y oligárquicas que impiden la democratización y modernización del país, y aunque la elección de los magistrados que regirán al Tribunal Supremo  Electoral estuvo relativamente empañada por pactos de políticos de dudosa calidad ética y cívica, de alguna forma constituye un ligero avance y proporciona una pequeña dosis de optimismo para el futuro inmediato, sobre todo si nos atenemos y confiamos en declaraciones de las nuevas autoridades de esa institución.

Eduardo Villatoro


Al abstraerme de ese factor, pienso que es posible que el relevo en la cúpula del TSE transfiera a nuevos escenarios en la conducción y supervisión de la misión de los partidos políticos, especialmente en lo que incumbe al financiamiento de esos colectivos, estrechamente vinculado con la corrupción, el clientelismo, la opacidad y otros elementos atinentes a la elección de aspirantes a cargos de relevancia, y que se extiende a la gobernabilidad y a la prevalencia del estado de Derecho.
 
A estas alturas del proceso que culminó con la elección de los futuros magistrados del TSE, sería impertinente retornar a etapas ya superadas referentes a la calidad, idoneidad y experiencia de las personas escogidas primariamente por la respectiva Comisión Postuladora y que prosiguió con las discusiones y  negociaciones en el Congreso, instancia eminentemente política y ámbito apropiado para esa clase de diligencias y trajines, que ya no debe sorprender a los guatemaltecos, especialmente por los antecedentes en ese hemiciclo y su entorno, que esta vez tuvo la particularidad de que todos o casi la totalidad de los aspirantes no arrastraron signos determinantes de inescrupulosidad.
  
Al margen de categorías de otra índole, de las 10 personas elegidas, tengo la  convicción personal que una de las decisiones más certeras consistió en escoger para integrar a ese órgano electoral, a una valiosa mujer que se ha distinguido por la acuciosidad en su trabajo académico y judicial, pero que siempre ha optado por mantener un perfil bajo, sin pueriles arrebatos en búsqueda de efímera notoriedad.
  
Me refiero a la jurista e investigadora social María Eugenia Mijangos, quien se ha desempeñado con rectitud en tareas inherentes al foro, con la misma responsabilidad y diligencia como ha participado en actividades científicas e intelectuales, o en el campo de la investigación social en organismos como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
  
Esta sucinta carta de presentación es suficiente para respaldar la dosis de seguridad que alimenta mi confianza de su esperada contribución en la difícil labor de rescatar del marasmo al TSE, para que cumpla con sus puntuales y decisivas funciones.
   (Aprovecho este espacio para agradecer, en nombre de Magnolia, mi mujer, y el mío propio, las expresiones de condolencia por el fallecimiento de la Rosy, su hermana, manifestadas en llamadas telefónicas, mensajes, ofrendas florales y presencia personal en el velatorio).