Una de las campañas electorales más aburridas de su historia


Cuando faltan menos de dos semanas para que los costarricenses elijan presidente o presidenta -una mujer aparece con posibilidades reales de llegar a la máxima magistratura- la campaña electoral pasará a la historia por ser una de las más aburridas, coinciden analistas.


«La campaña es aburrida, insí­pida, lamentable», se queja el politólogo Jaime Ordóñez.

La «desideologización» de los partidos polí­ticos es la causa de que no haya debates sobre «modelos de Estado», prefiriendo centrarse en «temas puntuales», como la inseguridad, sostiene.

De los ocho candidatos que aspiran a la máxima magistratura de la democracia más consolidada y antigua de Centroamérica, solo tres despuntan en las encuestas: la candidata oficialista y favorita en las encuestas, Laura Chinchilla (centro-derecha), Otto Guevara (derecha ultraliberal) y Ottón Solí­s (centro-izquierda).

Solí­s, lí­der de la principal fuerza de la oposición y que rozó la presidencia frente a Arias en las pasadas elecciones, está relegado a una modesta tercera plaza, seguido por el candidato socialcristiano, Luis Fishman, quien se promueve como el «menos malo» de los postulantes.

Con excepción de la seguridad, pocas son las ideas que se han debatido desde que se inició la campaña electoral el pasado noviembre, tres meses antes de los comicios del 7 de febrero.

Para el director de opinión del diario La Nación, Armando González, los cambios en la ley electoral y el financiamiento de los partidos polí­ticos que han hecho que éstos tengan que ajustarse el cinturón son algunas de las causas de que la campaña año haya caí­do en la «modorra».

A ello contribuye, sin duda, el «cierto desencanto de la gente con la polí­tica» iniciado en la última década, y que lo ha manifestado a la hora de votar: de un abstencionismo tradicional del 20% en el pasado ha pasado al 35% en las últimas elecciones.

Para González, «la campaña ha carecido por completo de grandes temas diferenciadores».

Para el sociólogo Daniel Camacho, una de las razones de esta falta de propuestas y de discusión sobre los grandes temas de fondo se debe al celo de los partidos a la hora de proteger a la figura del candidato.

«Si (los directores de campaña) pudieran que (el candidato) no hablara, preferirí­an que no hablara», y como consecuencia, solo proponen «ideas superficiales».

Los medios de comunicación, en particular la televisión, tienen mucho que ver en ello, explican los analistas.

Los partidos que tienen dinero prefieren llegar a los votantes a través de los anuncios televisivos y el dí­a de las elecciones pondrán a disposición de los votantes transporte para que puedan ir a las urnas.

Los costarricenses elegirán el 7 de febrero al sustituto de Oscar Arias, dos vicepresidentes, 57 diputados al Congreso y a las autoridades municipales de los 81 cantones del paí­s.

ACUSACIONES Interferencia


Un candidato a la presidencia de Costa Rica denunció este miércoles al presidente í“scar Arias y a su hermano, el ministro de la Presidencia Rodrigo Arias, por entrometerse en la campaña electoral, en violación de las leyes vigentes.

Otto Guevara, candidato del derechista Movimiento Libertario (ML), presentó la acusación por «beligerancia polí­tica» ante el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), que ya en otras ocasiones ha prevenido a Arias de no involucrarse en polí­tica electoral.

Guevara dijo que la aparición de Arias en un anuncio televisivo Laura Chinchilla, candidata del gobernante Partido Liberación Nacional (PLN), constituye «una clara intromisión del presidente en la campaña».

El polí­tico denunció también que el ministro Rodrigo Arias ha hecho comentarios públicos criticando las propuestas programáticas del Movimiento Libertario.

La ley electoral de Costa Rica prohí­be al presidente y a los altos cargos del gobierno tomar parte en la campaña y, en general, inhibe a los funcionarios de hacer uso de tiempo laboral y recursos públicos en favor de algún partido polí­tico.

Recientemente, el TSE ordenó al gobierno suspender los mensajes sobre sus realizaciones en los medios de comunicación, por considerar que tal publicidad es una forma indirecta de propaganda en favor de la candidata oficialista.