Una cruzada por la transparencia


La decisión del gobierno encabezado por ílvaro Colom de imponer los impuestos, aunque suene redundante, será sin duda la comidilla en el paí­s durante las próximas semanas porque tenemos que saber que ese tema es el que más ronchas levanta en Guatemala, paí­s que surgió a la vida independiente porque los poderosos de 1821 no querí­an seguirle pagando impuestos a la Corona española y simplemente por eso, no por ansias de libertad, se declararon independientes.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Las posiciones en esta batalla que ha anunciado el Presidente están ya conocidas y hasta se pueden anticipar resultados tomando en cuenta los antecedentes históricos. Sin embargo, considero que lo único que podrí­a significar un cambio en el escenario serí­a una ofensiva radical, nunca antes vista, en busca de la más absoluta transparencia en el manejo de los fondos públicos. Yo sostengo que la corrupción, despreciable práctica, no se combate con firmeza porque se ha convertido en un sistema que beneficia en términos generales a los que están en la jugada, es decir, a los que tienen influencia y poder de decisión en nuestro paí­s. De una u otra manera la corrupción sirve a todos, aunque sólo sea como pretexto para no pagar impuestos, y por ello es que al final del dí­a no se nota ningún esfuerzo serio por cambiar el sistema.

Me lo confirmó, fuera de toda duda, que tras el enorme aspaviento que se hizo en los medios por los actos de corrupción en el gobierno de Portillo, la sociedad le dio vuelta a la página con la simple elección del nuevo presidente, í“scar Berger, sin aprovechar ni siquiera en mí­nima parte la conciencia despertada sobre la magnitud del fenómeno de la corrupción para proponer cambios de fondo. Se me hizo evidente que a muchos les molestaba la corrupción de Portillo, pero no la corrupción generalizada en el paí­s con la que han convivido tan productivamente a lo largo de muchos años.

Y si ahora se cuestiona la falta de transparencia en el gasto público es únicamente como un argumento para dar solidez al rechazo a la posibilidad de una reforma fiscal que incremente los tributos, pero no porque en realidad alguien quiera hacer algo para asegurar calidad del gasto en todo lo que hace el Estado. Por ello pienso que un gobierno que tuviera realmente visión y liderazgo, podrí­a cambiar las reglas de juego que históricamente se han observado en toda discusión del tema fiscal si emprendiera una irrefutable cruzada a favor de la transparencia y para enfrentar con vigor y certeza los actos de corrupción. El problema, desde luego, es que la corrupción significa mucho para los que se enriquecen mediante su permanente práctica y por ello es que nunca se ve que nadie mueva un dedo para hacer algo serio en su contra. Discursos y palabras vací­as siempre se escuchan y hasta hay comisiones que se estructuran supuestamente para trabajar por la transparencia, pero el resultado final todos lo conocemos porque no sólo es más cómodo seguir como estamos, sino que además resulta muy lucrativo.

Pero sin ese cambio, ni este gobierno ni ningún otro podrá avanzar en el tema fiscal porque la eterna postura de rechazo bajo el argumento de que siempre se roban el dinero, seguirá teniendo plena validez y será el obstáculo insalvable para una reforma fiscal en Guatemala.