Escuchando y leyendo las distintas entrevistas realizadas al mandatario Otto Pérez y a la señora vicepresidenta Roxana Baldetti, se puede identificar, como siempre sucede con aquellos detentadores del poder, que se dan razones y vítores sobre lo que consideran metas cumplidas, y al mismo tiempo extensas excusas para aquellas sobre las que reciben las críticas.
Pero la percepción de la población, tanto en las áreas rurales como urbanas, no coincide con esos vítores, ni con las críticas, especialmente en cuanto a la calificación positiva que supone un buen desarrollo del Estado.
También se han escuchado a analistas políticos, económicos, sociales y de otros temas más, haciendo una evaluación sobre las mismas circunstancias y nuevamente, los puntos no son contestes con los mandatarios, especialmente cuando hay evidentes rezagos en el país, que no son exclusivas responsabilidades de este gobierno, pero que definitivamente también las comparten luego de 12 meses de ejercicio público. Se pueden encontrar ejemplos claros y visibles sobre temas vinculados a nocivas acciones gubernamentales en materia de transparencia, lo que debilita la credibilidad de los servidores públicos, la cual es un acervo conservado en el año post elección, pero que rápidamente alcanza al nivel de desgaste, si los gobernantes no alcanzan a cumplir lo prometido, o por lo menos trazan su intento en hacerlo. Un ejemplo de ello es la situación en seguridad, en donde los indicadores de ciertos delitos tienden a la baja en determinadas áreas, pero se eleva en otras donde no hay control del Estado.
De los temas de conflictividad social, es mejor ni comentar, puesto que el mismo Mandatario ha reconocido que sobre los mismos deberán trabajar en conjunto gobierno, diputados, jueces y población para alcanzar mejores resultados (aunque en realidad parece que no hubo resultados en el 2012). Importante es entender, que la conflictividad social no se manifiesta por sí sola, y sus orígenes, que nuevamente no son atribuibles a este gobierno, pero definitivamente sí le corresponde la responsabilidad de solucionarlos. Sin embargo, el llamado a la unidad es válido, necesario e importante, porque de lo contrario, ni Estado ni población individualmente, podrán mejorar las condiciones del país.
La calificación del mandatario y su Vicepresidenta sobre la actuación de sus Ministerios es más que optimista y en realidad no es válida si no se toman en cuenta los indicadores de percepción social (no los opositores políticos), sino de los académicos, las de las organizaciones sociales, de los comités de vecinos agrupados y en general, de una sociedad civil, organizada o no, pero que día a día requiere de la atención de sus demandas integralmente.
Ninguna persona que conozca y analice la situación del país de forma objetiva puede endilgarle a un Presidente y su equipo de trabajo que logre solucionarla en un período tan corto de cuatro años de ejercicio de poder, pero definitivamente que durante ese tiempo es más que suficiente para hacer dos cosas: trazar una ruta de políticas públicas encaminadas al bienestar general, e institucionalizarlas; y lo segundo será el evitar caer en los errores de sus antecesores, especialmente en cuanto a corrupción, ineficiencia y vanidad.