La existencia de una oposición seria es posiblemente la mejor herramienta para garantizar un buen gobierno porque activa el sistema de pesos y contrapesos que es fundamental para la democracia. Nosotros no tenemos la experiencia de tener organizaciones políticas que sepan jugar ese papel con propiedad y a lo sumo dejamos que sea la prensa la que asuma el papel de fiscalizar y controlar, de acuerdo con sus propios intereses, la función del Gobierno, pero ahora vemos que el Partido Patriota está diseñando mecanismos que podrían abrir espacios a una nueva forma de hacer política de manera permanente y no con criterios electoreros, lo que sería un paso significativo en la búsqueda de la construcción de un modelo político eficaz.
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Ayer el candidato perdedor de las últimas elecciones, Otto Pérez Molina, anunció que su partido se propone integrar un gabinete sombra para dar seguimiento a las políticas de gobierno en áreas sensitivas como seguridad, educación, salud y agricultura, por lo menos, a fin de realizar las críticas constructivas que sean necesarias y también para hacer propuestas cuando así lo estimen conveniente. Dependerá, por supuesto, de la seriedad del papel que pueda jugar el equipo del Partido Patriota en esa tarea inédita para las organizaciones políticas de Guatemala, puesto que la tentación de caer en una oposición sistemática siempre es muy grande porque al fin y al cabo es mucho más fácil objetar todo lo que haga el oficialismo que esmerarse en plantear una crítica que pretenda ser constructiva y en elaborar propuestas serias y congruentes.
Alguien decía que no hay trabajo más fácil que estar en la oposición porque basta con oponerse a todo lo que haga o proponga el que tiene el poder para cumplir el cometido y sin temer a consecuencias porque el que critica logró su cometido desde el momento en que su postura es propagada por los medios de comunicación. Pero cuando se trata de hacer una oposición diferente, que no sólo sirva de motor al sistema de pesos y contrapesos sino que además permita a los políticos foguearse en el manejo de las políticas públicas y formar equipos para una eventual llegada al poder, estamos hablando de un juego totalmente distinto.
El margen de error de un gobierno que está siendo de alguna manera fiscalizado y controlado con seriedad y objetividad es mucho menor del que tiene aquel régimen que se siente a sus anchas porque no hay mecanismos de oposición que funcionen con eficiencia. Así como hacer una buena oposición es un ejercicio inédito, gobernar con una oposición seria sería también una nueva experiencia en nuestro país y demandaría mucha madurez y seriedad política tanto de los que gobiernan como de sus adversarios políticos. Indudablemente el anuncio es alentador porque indicaría que estamos en posibilidad, todavía por verse y comprobarse, de empezar a vivir la democracia como debe ser, es decir con un permanente ejercicio político entre las principales fuerzas que recibieron el respaldo popular. Siendo, como es, un proceso tan nuevo para nosotros y también tan difícil aun en las democracias más antiguas y consolidadas, hay que decir que no se trata de algo fácil que se logre sólo con la expresión de buena intención, sino que demanda mucho compromiso con visión de Estado, algo que no es corriente en nuestro medio donde todos estamos dados a vivir la coyuntura con la idea de sacar la máxima raja con el menor esfuerzo posible.