La ciudad de Avilés, enclave principal de la siderurgia asturiana en la segunda mitad del siglo XX, se adentra en el siglo XXI de la mano de la cultura y las industrias sostenibles con el Centro Niemeyer -obra del brasileño Oscar Niemeyer- como aglutinador del cambio.
El centro Niemeyer «nos está ayudando extraordinariamente en un proyecto de transformación que tiene la ciudad y que venimos desarrollando desde hace años», dice a la AFP Pilar Valera, la alcaldesa de una localidad que hasta hace apenas una década era conocida en España por su degradación, tras una intensa industrialización.
El complejo, obra del famoso arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, que ayer cumplió 103 años, «actúa como un mascarón de proa de un proyecto más amplio que es la Isla de la Innovación», un proyecto de desarrollo urbanístico e industrial sobre los terrenos que ocupaba una antigua siderúrgica junto a la ría de Avilés, en el norte de España.
La cúpula del Centro Niemeyer, de un blanco inmaculado que servirá de museo, junto a una torre rematada con un mirador circular, donde se ubicará un centro de gastronomía y el auditorio, cuya forma recuerda a una lágrima, han redibujado el panorama urbano de Avilés como ya hiciera el museo Guggenheim con la localidad vasca de Bilbao, donde sirvió para el relanzamiento de la ciudad.
«Ambos proyectos consisten en edificios de arquitectos legendarios, emblemáticos que han contribuido a transformar un entorno urbano degradado», admite el director del Centro Niemeyer, Natalio Grueso, pero recuerda que el Guggenheim no deja de ser una «franquicia internacional».
El Niemeyer quiere ser «un centro cultural, donde la música, el cine, el teatro, la plástica y en general todas las artes tengan cabida y puedan relacionarse entre sí», recuerda Grueso, explicando que no sólo se quiere mostrar sino también ser «una fábrica de productos culturales».
El centro quiere ser algo «dinámico» por lo que no habrá exposiciones permanentes, sino que se va a «elegir un eje temático cada seis meses y con ese eje temático construiremos la programación que estará relacionada con él», explica Grueso.
El primer tema será «la luz» porque es «una forma muy simbólica de empezar en esta ciudad que hace años era una de las ciudades más contaminadas de Europa y que ahora con este centro y con las formas blancas de Niemeyer está trayendo una nueva luz» tras la crisis de la siderurgia en los años 80, dijo.
La dura reconversión que sufrió toda la industria pesada del norte de España también se cobró su tributo en Avilés, de algo más de 83.000 habitantes, «que perdió prácticamente el 80% de sus empleos en una década», recuerda Grueso.
Tal vez eso hiciera que muchos habitantes, al principio, parecieran tomarse con escepticismo la idea de un gran centro cultural como forma de renovar la ciudad.
«Son unas formas raras, hace raro en la ría, pero no queda mal. Habrá que esperar a que esté acabado del todo», dice por su parte, Laura Hernández, una estudiante de 20 años.
«La gente de Avilés cada vez más ha hecho de esto su proyecto, si al principio había cierto escepticismo, ahora lo ven ya como una realidad», afirma Valera.
Es «un proyecto donde todo lo que tiene que ver con la creación cultural va a tener cada vez mayor dimensión sin olvidarnos de todas las otras actividades» como industrias de energías limpias, de tecnología, turismo, añade la alcaldesa.
En este sentido, el centro ha inspirado a algunos nuevos productos como un pastelero que ha ideado las «niemeyitas», un dulce de praliné, que recuerda a la cúpula, al tiempo que una tienda de ropa ofreció el miércoles descuentos por ser «el día de la apertura de la cúpula Niemeyer».
«Hace quince años probablemente la gente diría: no, Avilés no tiene futuro turístico porque la idea era de una ciudad contaminada y degradada. Todo eso ha cambiado», dice Valera, que atribuye mucho de este crédito al proyecto Niemeyer, financiado al 60% con capital privado y 40% público y que empieza con unos 4 millones de euros de presupuesto.
«En un fin de semana de puertas abiertas el verano pasado pasaron por aquí 12.000 personas para verlo en obras. Cuando se inaugure en primavera la respuesta va a ser espectacular», sentenció la alcaldesa Valera.