El filme «Tiro en la cabeza», basada en un atentado de la organización independentista armada vasca ETA, sembró la polémica el martes en el Festival de Cine de San Sebastián por su supuesta ambigí¼edad, aunque su director, el español Jaime Rosales, afirmó que quiere denunciar lo «absurdo» de la violencia.
La película, que compite por la Concha de Oro, máximo galardón del festival, muestra retazos de la rutina de un miembro de ETA, con su familia y amigos y en el trabajo, antes de reunirse con otros dos miembros, pasar a Francia desde San Sebastián, en el País Vasco (norte de España) y matar a dos policías.
«Tiro en la cabeza» está basada en el asesinato de dos guardia civiles el 1 de diciembre de 2007 en la localidad francesa de Capbreton (suroeste), donde tres miembros de ETA –dos de ellos detenidos posteriormente en Francia– reconocieron a dos jóvenes agentes españoles Raúl Centeno y Fernando Trapero, de 24 y 23 años, y los mataron a la salida de una cafetería.
Jaime Rosales, ganador de un premio Goya -los Oscar del cine español- este año por «La soledad», explicó que ha pretendido mostrar el «absurdo» de la violencia de ETA.
Ante ella propone «nuevos instrumentos» ya que los actuales «no nos van a llevar a una solución». «No se han explorado todos los resortes de la democracia», estima.
Quiere «introducir nuevas ideas», como «considerar al otro como alguien que también puede presentar su propia visión, aunque parezca difícil».
La película, que recibió pitos a la vez que aplausos, fue criticada por ambigua, aunque Rosales aseguró que ha querido hacer un filme «útil» y no ser «complaciente».
«Â¿Qué hay de más absurdo que tener una vida normal y que de repente encontrarse con dos jóvenes y acabar pegándoles un tiro?», se defendió, tras reconocer que «no es una película fácil» e incluso puede ser «desconcertante».
En el filme, grabado en 15 días con actores vascos no profesionales y con teleobjetivos que captan los interiores desde fuera, no se oyen los diálogos, sino el sonido ambiente, principalmente del tráfico.
Con esto Rosales pretende crear un nuevo lenguaje cinematográfico y «forzar al espectador a entender, a dar importancia a lo visual».
El director barcelonés, de 38 años, sigue así la línea de «La soledad», filme en el que la pantalla se divide en dos para mostrar dos historias en paralelo.
Pero además del motivo estético, con la imposibilidad de escuchar los diálogos Rosales quiere transmitir que para intentar solucionar el tema de la violencia en el País Vasco, «todo el mundo lanza su discurso, pero nadie escucha al otro, es un diálogo de sordos», explicó.
Por eso él intenta «transmitir un discurso moderado» y sugiere un «primer paso»: «pensar que el otro también tiene algo que decir, no sólo los partidos políticos, la sociedad civil, la banda (ETA) y las víctimas del terrorismo; empezar a pensar en el otro y esperar que el otro piense en nosotros», explicó.
Por otro lado, el objetivo de mostrar la vida cotidiana de un miembro de ETA es «desmitificar dos percepciones desleales con la realidad», que «el terrorista es una especie de héroe nacional sometido a una terrible tensión por el aparato del Estado y a la clandestinidad» y que es «un psicópata cruel».
Es «una persona normal y como todos, tiene un monstruo dentro (…) el problema es que una ideología hace que el monstruo se active».
El filme será mostrado en también en el Museo Reina Sofía de arte contemporáneo de Madrid y en varios festivales en Nueva York, Londres y Madrid.
Este martes también se presentó a concurso «Louise-Michel», una comedia francesa de Benoit Delepine y Gustave Kervern protagonizada por Yolande Moreau, Benoit Poelvoorde y Matthieu Kassovitz sobre una reducción de plantilla en una fábrica y cómo lo encajan sus trabajadoras.
El 27 de septiembre se decidirá la Concha de Oro entre 15 filmes a concurso en la sección oficial.
El actor Ion Arretxe, protagonista de «Tiro en la cabeza», basada en un atentado de ETA, detenido y torturado cuando era joven al ser confundido con un miembro de la organización armada, considera que no es una revancha interpretar ahora a uno de ellos.
«Lo que pasó fue tremendo: nos detuvieron a una serie de personas acusándonos de pertenecer a un comando de ETA y después de unas torturas tremendas, uno de ellos apareció muerto en un río, ahogado. Cuando ocurrió, se denunció y se hizo caso omiso de esto», relató.
Este actor ocasional, vasco de 44 años, es en realidad director artístico, trabajó en «La soledad», el anterior filme de Jaime Rosales, y ha tenido un doble papel, delante y detrás de la cámara, en «Tiro en la cabeza».
Arretxe, que rodó con su hermana, su sobrino, su pareja y un amigo la primera parte de la película, que describe varias escenas de la vida diaria de un miembro de ETA, aceptó enseguida la propuesta de Rosales para protagonizar el filme.
«En Jaime Rosales tengo fe porque te lleva a caminos que nunca has recorrido antes, también como vasco», confiesa Arretxe, que cuenta que la película se rodó «de manera casi secreta» poco después del asesinato de dos guardias civiles en Francia a manos de ETA, el 1 de diciembre de 2007.
Incluso asegura que Rosales no se lo hubiera pedido, «se lo hubiera propuesto yo», ya que «como vasco, yo sabía que podía aportar algo» y tenía que «dar la cara», «poner la cara» en una película «valiente».
«Soy una persona que está muy involucrada en el conflicto vasco desde hace muchos años. Tanto es así que yo he sido detenido y torturado por la Guardia Civil y no he edificado mi vida en el odio ni el victimismo ni en la revancha», explica.
«A veces ser víctima viene bien, pero es muy fácil quedarte en eso que te pasó y no crecer; eso no puede ser, tienes que crecer a partir de ahí», defiende Arretxe, que estudió Bellas Artes en Bilbao (norte) y posteriormente se mudó a Barcelona (noreste) para formarse en escenografía.
Este actor novel que en otra ocasión se ha definido como «abertzale», es decir, de la izquierda radical vasca, afirma que la película no le ha cambiado y denuncia que actualmente, en el País Vasco (norte de España) «la eliminación del otro es el objetivo: unos quieren eliminar físicamente matando a todos y los otros quieren eliminar judicialmente negando a todos, y eso no va a ser la solución».
Arretxe se refiere a la nueva tanda de atentados de ETA, que desde que en junio de 2007 dio por terminada una tregua de más de un año, ha matado a cinco personas, y a las decisiones de la justicia española de declarar ilegales a dos partidos independentistas por considerarlos cercanos a ETA.
«Para mí matar está mal, esto es una cosa que en la película se ve», aclara, y añade que «es importante imaginarte el dolor del otro, y echar un poquito más de imaginación e imaginarte que las cosas (…) cuando les tocan a los otros, duelen también».