La elección de quien será Procurador de los Derechos Humanos para el próximo período es un tema muy serio como para que los aspirantes y los electores se lo tomen a la ligera y si analizamos algunas de las postulaciones tenemos que concluir que no se está juzgando la cuestión con la actitud debida si tomamos en consideración que el nuestro es un país con una larga historia de violación de los derechos humanos y que, al mismo tiempo, presenta una tendencia muy pobre a la debida comprensión del tema.
Para muchos guatemaltecos el Procurador de los Derechos Humanos es el principal defensor de los delincuentes porque el concepto mismo de los derechos y garantías individuales fue desvirtuado desde los tiempos del conflicto armado cuando se hacía mofa de ellos y algunos hacían irresponsables cuchufletas refiriéndose a los derechos y los izquierdos humanos.
La vigencia y el respeto a los derechos humanos tiene que ser la máxima aspiración de cualquier sociedad civilizada y de hecho la humanidad ha caminado en la senda de decretarlos y promoverlos desde hace mucho tiempo. Pero fue con motivo de la creación de las Naciones Unidas que se consagraron los Derechos del Hombre como una preocupación universal y a partir de entonces se establece la norma en el derecho internacional que obliga a los Estados a garantizarlos de manera plena.
Dados los antecedentes de Guatemala en materia de derechos humanos es absolutamente obligado que esta elección se haga con el mayor cuidado y detenimiento. No es una elección más en la que nos podamos dar el lujo de jugar a la suerte una institución que tiene enormes deberes. No basta con acreditar edad y estudios de derecho, sino hace falta demostrar un compromiso con ejecutorias en la promoción de los derechos fundamentales y se tiene que asegurar la absoluta independencia política de la institución.
Promover en Guatemala los derechos humanos no es cosa fácil, porque la deficiencia de nuestro ordenamiento legal hace que sea muy grande la tentación para que se ejecuten acciones que son más producto de venganza que de búsqueda de justicia. Y acaso el compromiso más grande del Procurador tiene que ser el de educar en derechos humanos a un país que se ha burlado de ese concepto y que demuestra que no cree en tales derechos como garantía de la pacífica convivencia porque los confunde con un mecanismo de defensa de los malvivientes, error de bulto y grueso en el que caemos con demasiada frecuencia no sólo por efectos de la propaganda durante el conflicto armado, sino también por las debilidades estructurales de nuestra legalidad.
Minutero:
El país será el perdedor
si se hace mala escogencia;
se requiere valor y sapiencia
para ser Procurador